Con el lanzamiento de la Steam Deck, en las redes sociales se suscitó un debate cuanto menos interesante: ¿es la nueva consola de Valve una amenaza para la hegemonía de Nintendo en el universo portátil? Y por poco arriesgada que suene mi respuesta, la verdad es que lo es, y a la vez no. Nada es absoluto en esta bella industria.

Pero primero vamos por parte, porque quizás haya algún desprevenido que ayer no se haya enterado del lanzamiento de la Steam Deck. La misma es básicamente una consola portátil, con elementos que la transforman en una híbrida estilo Switch (como la posibilidad de utilizar periféricos externos para conectar en otras pantallas); con una interesante potencia, ya que combina las arquitecturas Zen 2 y RDNA 2 para poder ejecutar juegos AAA actuales, alcanzando presuntamente una resolución de 800 pixeles; y nos da la posibilidad de jugar online de manera gratuita.

Claro, y la frutilla del postre: toda la librería de Steam estará a nuestra disposición. Es decir, podremos jugar en la misma a nuestro catálogo de juegos sin volver a comprarlos. Habrá que ver el tema de la memoria, ya que la consola de Valve ofrece de mínima una memoria de 64GB, y de máxima 512GB, y si los juegos hay que instalarlos en la consola, bueno… será poco, salvo que se le pueda expandir la misma. Y, si se juega en la nube, en países tercermundistas la experiencia no será la misma. Me ha ocurrido con la Switch: acá, en Argentina, aún intentando tener uno de los mejores servidores de internet que ofrece el mercado local, los juegos en la nube se tornan totalmente injugables e imposibles de disfrutar; y ni hablar del sistema xCloud de Xbox, ya que ni siquiera existe, no está disponible.

De lo que tiene para ofrecernos Nintendo Switch no voy a hablar, porque creo que ya lo sabemos todos. Sí voy a hacer referencia a que en los últimos dos años se ha ido dando un fenómeno paradójico: por un lado, un sinfín de nuevos usuarios se unieron al universo Switch, sobre todo durante la Pandemia, disparando las ventas de la híbrida de Nintendo a niveles estratosféricos; por el otro, existe cierto desencanto hacia la compañía nipona, como si un desencuentro, producto de las políticas conservadoras de Nintendo, hubiese generado cierto recelo y malestar en los nintenderos más tradicionales. A veces, las críticas hacia Nintendo son totalmente acertadas; otras, se me hacen algo injustas.

steam deck

Lo que es una realidad indiscutible es que la política de Nintendo de cobrar sus ports y gran parte de sus exclusivos a 60 dólares/euros será una contraparte negativa a la hora de competir con Steam Deck, una consola que está dispuesta a ofrecer la mejor regionalización de precios. Dando un ejemplo, aquí en Argentina los precios en Steam son prácticamente un regalo, ya que, por ejemplo, los juegos AAA salen la mitad y a veces un tercio de su valor real. Y ni hablar de los Indies, que muchas veces tienen un valor que si lo transformamos a dólares no son ni 2 UDS (los mismos que en Nintendo salen entre 5 y 25 dólares). En cambio, en Nintendo la oferta más seductora rara vez baja de los 5 USD, y aparece de manera sumamente ocasional.

Claro que Nintendo también tiene sus cartas para jugar. No solo es el rey a la hora de ofrecernos consolas portátiles por lo atractivo de su hardware, sino que lo es, mayoritariamente, por su catálogo de juegos. Allí radica su éxito. Exceptuando el furor de la Wii, casi todas los rompedoras de récords de Nintendo vienen en formato portátil: la Game Boy (tanto Color como Advance), la Nintendo DS, la 3DS y, obviamente, la actual Switch. A todas ellas, fue la PSP de Sony la única que intentó realmente pelearles en ese universo dominado hegemónicamente por Nintendo, y aunque vendió algo más de 80 millones de copias, lejos estuvo de las 118 millones vendidas por Game Boy Color, y ni hablar de las 154 millones que fueron vendidas por la entrañable DS. Todos los demás intentos de combatir este reinado, por más interesante y revolucionario que fuese su hardware, cayeron siempre ante lo indiscutible: Nintendo tiene un catálogo que le garantiza la fidelidad de su público, con una gran variedad de juegos y unos exclusivos que se aferran al factor nostalgia para mantener vivo nuestro interés.

Nintendo Switch

Un catálogo a la altura

¿A dónde voy con estos apuntes? Con todo el amor que le tengo a mi antigua PSP, la misma no estaba ni cerca de ofrecerme un catálogo a la altura de lo que me ha dado Nintendo. En sus exclusivos es donde la gran N muestra su fuerza y su peso. Y eso es fundamental a la hora de entender que, por más malestar que tenga hacia Nintendo un núcleo de usuarios y consumidores de la misma, raramente alguien salte hacia la Steam Deck o hacia cualquier otra plataforma. Claro que hay un aspecto a considerar, sobre el cual hablé antes: el enorme catálogo que le ofrece Steam a la consola de Valve, una librería con títulos prácticamente infinitos. Eso da la pauta de que, a futuro, si esta consola atina en el clavo con una buena campaña de marketing, y logra consolidarse entre los consumidores, allí sí puede ser un gran dolor de cabeza para Nintendo. Es que, a partir de diciembre, quienes aún no tengan una consola de esta índole (portátil) deberán decidir entre una Switch OLED, con un catálogo magnífico y juegos como Zelda, Mario y Pokémon (cien por ciento exclusivos); o una Steam Deck, con mejor potencia y rendimiento, muchísima más variedad de juegos, pero sin el peso de los AAA de Nintendo.

Y es preciso tener en cuenta que la Steam Deck apunta a un público al que Nintendo le cuesta penetrar: el de los jugadores de PC, a quienes se le quiere brindar mayor versatilidad y una nueva experiencia. Ese no es el target principal de Nintendo. Nunca lo fue y seguramente nunca lo será. De hecho, la Gran N intenta atraerlos vagamente ampliando su catálogo Third Party, pero sus limitaciones en cuanto a rendimiento y potencia son una gran pared que le impide avanzar. Creo que sólo en ese sentido la Steam Deck será un dolor de cabeza para la compañía nipona: a Nintendo le costará más que nunca asentarse en un mercado que jamás le fue afín, que es el de los jugadores tradicionales que prefieren sentarse a aplacar el vicio en la computadora antes que vivir una experiencia portátil o de sobremesa, y al que la nueva consola de Valve intentará captar con su arriesgada propuesta.

Ocurra lo que ocurra, celebro la llegada de Steam Deck, porque si cumple con las especificaciones que promete, entonces Nintendo (y todos aquellos que quieran incursionar en el universo portátil) tendrán la vara más alta, y aferrarse a la ley del menor esfuerzo será una sentencia de muerte. Y, como fanático y consumidor, siempre estoy demandando más calidad, porque alguien tiene que alimentar a mi niño interior.