The Inquisitor nos lleva a una realidad alternativa en la que el cristianismo no se constituyó bajo las bases del sacrificio, poner la otra mejilla o la absolución de los pecados de la humanidad a cuenta de la muerte de Cristo en la cruz. En el mundo de  The Inquisitor Cristo fue capaz de romper la cruz en la que lo martirizaban, acabar con sus captores e iniciar una revuelta violenta contra el Imperio Romano que da forma a una cristiandad similar, pero distinta en algunos matices a la nuestra, que hacen que su premisa sea de lo más interesante.

The Inquisitor es un título de investigación y puzles con una buena premisa

Los videojuegos pueden convertirse en excelentes plataformas para el misterio o las propuestas de investigación. La capacidad de buscar indicios, interrogar a los implicados o sospechosos y usar técnicas disuasorias en las que seas capaz de desmontar por completo a un sospechoso gracias a tu perspicacia, capacidad de observación o atención al detalle, le dan al género de detectives un punto de lo más atrayente. 

No obstante, numerosos juegos flaquean al tratar de adaptar una obra de fantasía que se desarrolla con un gran número de giros de guion, sorpresas y un fuerte componente de entrelazado de pistas y trabajo detectivesco dentro de un planteamiento de juego fundamentalmente lineal, en el que la agencia del jugador pierde, a no ser que se domine el género, gran parte de su sentido.

Se podría decir que The Inquisitor es un claro ejemplo de esto: se trata de un juego que parte de la idea, bastante atractiva, de encarnar a un detective de una congregación medieval que acude a la ciudad de Konigstein en busca de un vampiro. No obstante, la profundidad de la trama va mucho más allá, pero por desgracia el juego se convierte en un ‘sigue el indicador en el escenario’ y acaba disponiendo todas las pistas por ti por lo que queda por debajo de las grandes expectativas (y posibilidades) que ofrece su argumento.

The Inquisitor se basa en la serie de novelas de Jacek Piekara

Probablemente, ese argumento es lo mejor del juego. Encarnando al inquisidor Mordimer Madderdin, en The Inquisitor te destinan a investigar a los habitantes de una urbe europea denominada Konigstein. Además, el relato se inspira en las novelas de fantasía sombría del autor polaco Jacek Piekara, que concibe una narrativa religiosa alternativa del cristianismo como os contaba al comienzo del texto y que se extiende ya en 7 libros. Probablemente, la mejor noticia de analizar The Inquisitor haya sido descubrir esta saga a la que no tardaré en echarle el guante.

En tus primeros pasos en The Inquisitor ya percibes claramente que estás completamente dentro de un universo alternativo. En su mundo el fin justifica los medios, la severidad es una virtud, la clemencia una debilidad y el perdón a los que nos ofenden una quimera, pues se les ha de castigar con vehemencia. 

Para un juego fundamentado en una historia que augura decisiones arduas en diálogos e interrogatorios, es una premisa magnífica. Muchos títulos te confrontan con dilemas éticos, pero es la primera vez que veo a uno alterar las normas fundamentales de esa ética mediante su contexto narrativo. Lo que en nuestra realidad se considera ético, podría no serlo para los personajes de este mundo, y esto te lleva a inquietarte por cómo tus actos podrían ser interpretados de formas inesperadas.

Esa es la premisa de The Inquisitor, aunque en la práctica, se echa un poco más de menos que ese giro de la tortilla esté presente en tus decisiones. Las repercusiones de tus elecciones son, en casi todos los casos, las mismas, ya sea que trates a los demás con benevolencia o con severidad.

En The Inquisitor se echa de menos que nuestras decisiones tengan algo más de peso

En muchos casos, da igual que elijas A o B, el resultado será el mismo tal y como he podido comprobar al cargar la partida justo en el punto anterior para comprobar si los acontecimientos podían variar en base a ‘ese olfato’ que vas desarrollando en este tipo de juegos a lo largo del paso de los años. En los casos en los que hay algunas variaciones son menores, sin calado real en el resultado final de la historia o acaban, en todo caso, con la pantalla de Game Over y vuelta a empezar desde el punto de control.

No obstante, el relato de The Inquisitor es bastante absorbente, al menos durante la mayor parte del juego. La narrativa es bastante sólida, con personajes cautivadores que en su mayoría están muy bien interpretados en inglés por un amplio repertorio de voces, aunque la calidad de los modelados que The Dust ha sido capaz de alcanzar no esté al nivel de las producciones triple A del momento.

Sin embargo, la dirección artística de Konigstein consigue otorgarle a The Inquisitor un ambiente sórdido y auténtico. Por lo general, el mapeado llega a ser más extenso de lo necesario, de una forma que lo hace sentir como una gran urbe medieval y no como un área de juego que solo existe para cumplir con tus misiones. 

The Inquisitor no tiene misiones secundarias más allá de recoger algunos coleccionables

El inconveniente es que la ciudad es tan vasta que pasas la mayor parte del tiempo desplazándote de un lado a otro en pos del siguiente indicador para continuar con la trama. De hecho, el juego carece de actividades secundarias más allá de la recolección de algunos objetos o textos que añaden algo de más contexto, e incluso de humor, a la trama, por lo que a pesar de la buena ambientación muchas de las calles se sienten inútiles.

En tu rol de investigador, escucharás diálogos sentado en un banco muy al estilo de Assassin’s Creed, inspeccionarás a las víctimas de terribles asesinatos en busca de pistas como títulos al estilo Vampyr o Sherlock Holmes y examinarás los lugares de los crímenes ocasionalmente. 

En esas secuencias de juego generalmente se te indicará con exactitud cuántas pistas necesitas recopilar antes de poder avanzar. Gran parte de tu habilidad para aglomerar pistas se deriva de la versión de visión de detective que existe en The Inquisitor. 

En The Inquisitor al rezar entramos en una especie de visión de detective

Para entrar en este modo tendrás que rezar, entonces el entorno se torna grisáceo y se resaltan elementos significativos como tu destino, notas coleccionables, indicios o rastros olfativos que puedes seguir. De hecho, el juego tiene una importante querencia por las persecuciones salpicadas por sencillos QTE para resolver algunos momentos de tensión.

Las funciones de visión especial, como la presentada en The Inquisitor, a menudo se sienten como un recurso indispensable, dado que puede ser complicado advertir detalles minúsculos en un entorno repleto de actividad. Sin embargo, esto no evita que el acto de rezar se perciba como un apoyo excesivo cada vez que se emplea. 

En The Inquisitor resulta complejo discernir qué elementos son interactivos y cuáles no, o notar particularidades como un sendero de sangre que lleva a un sospechoso sin un realce previo, pero el hecho de que lo que buscas se ilumine en tonos anaranjados constantemente, suprime la necesidad de un análisis crítico, que dentro del género es básico para formular una propuesta lo suficientemente satisfactoria.

Descartada cualquier agencia del jugador en estas partes, este autonomía se manifiesta mejor en las elecciones dialécticas, especialmente durante los interrogatorios. Las sospechosos con frecuencia tratan de engañarte, así que tu tono, ya sea cordial o severo, puede influir en su nivel de comunicación. No es que estemos ante un L.A. Noire donde cada detalle cuente, pero si has seguido la trama con atención y estás vivo, tienes momentos muy satisfactorios al pillar a algún mentiroso in fraganti

Eso sí, a veces resulta complicado identificar con claridad los momentos críticos o reconocer un error. Véamos un ejemplo: en una escena de interrogatorio, donde Mordimer sujeta a alguien en una silla de tortura, puedes optar por confiar en las declaraciones del detenido o intensificar su tormento. Realmente, el resultado es invariable, The Inquisitor juega con maestría la carta de una única vuelta, pero al recargar y volver a visitar las escenas te das cuenta de que todo está diseñado en un una única dirección narrativa y que no va a haber consecuencias para la trama.

The Inquisitor naufraga en su propuesta al introducirnos en una dimensión paralela

Una trama que depende demasiado de un recurso que, para mí, es el gran error del juego. Cuando necesitamos resolver algún misterio o enigma, en lugar de llegar a una conclusión mediante el uso de pesquisas o pistas obtenidas, Mordimer tiene la capacidad de proyectarse en un plano astral habitado por criaturas monstruosas, denominado El Otro Mundo desde donde puede reconstruir visiones de sucesos antiguos y descifrar lo que verdaderamente aconteció, al margen de las falsedades y desorientaciones de aquellos a quienes interroga. 

Estas secciones otorgan a Mordimer una ventaja sobrenatural, proporcionándole información que, en circunstancias normales, no tendría, pero también convierten muchas de las investigaciones e interrogatorios en actos redundantes. ¿Cuál es el sentido de solicitar respuestas a las personas y cuestionarte sobre sus veracidades si, al final, recurrimos a la magia?

El Otro Mundo te sitúa en una versión oscura y distorsionada de Konigstein, donde debes eludir constantemente la vigilancia de un ente volador en forma de ojo llamado Murk mientras buscas cinco fragmentos de una visión para activar una secuencia cinemática que hace avanzar la trama. 

Para esquivar la inspección del Murk, necesitas ocultarte bajo salientes y seleccionar las rutas adecuadas a través de esta dimensión paralela. Con el tiempo, se introducen elementos más interesantes, como adversarios armados, una neblina oscura que te ralentiza y alerta al Murk de tu ubicación, e incluso habilidades prácticas como un destello luminoso para cegarlo temporalmente. 

Aunque los primeros niveles pueden ser tensos y escalofriantes, pronto se revela que los enemigos son lo suficientemente predecibles como para permitirte correr directamente hacia cada fragmento. De hecho, en las etapas finales tienes hasta la capacidad de teletransportate instantáneamente unos metros para cubrir grandes secciones de estos escenarios, por lo que, en lugar de ganar tensión y dificultad, todos estos añadidos hacen que estas secciones pierdan completamente su capacidad de generar tensión.

Esta ausencia de reto y lo mucho que desvirtúa todo el proceso anterior de investigación que llevamos a cabo es una falta demasiado recurrente en The Inquisitor, haciendo que sus mejores detalles se vean deslucidos

the inquisitor

The Inquisitor cuenta con secciones de combate que se sienten metidas con calzador

Para más inri, el juego añade combates a espada desastrosamente ejecutados. Esta mecánica incorpora elementos como golpes ligeros y contundentes, esquiva ágil, la facultad de bloquear y un desvío que deja vulnerables a los adversarios para contraatacar. 

La intención de The Inquisitor es que estos combates sean ‘danzas’ cargadas de tensión donde tengas que adivinar las maniobras del rival y responder con la réplica adecuada. Sin embargo, la mayoría de los duelos se superan con un par de desvíos certeros seguidos de un aluvión de estocadas contra los contrincantes siendo muy poco satisfactorio.

The Inquisitor presenta algunas luchas contra jefes finales un poco más desafiantes, pero acaban siendo poco placenteros o toscos en su resolución. A veces, incluso, el juego tiene algunos fallos que impiden continuar con el enfrentamiento porque el jefe invoca a otros enemigos y alguno queda aislado o fuera del campo de batalla y no se continúa con la secuencia. 

De hecho, al ser este apartado tan poco atractivo y desafiante, sugiero que, desde el menú, actives el modo fácil para los combates que hará que estos se resuelvan en un par de golpes y no te encalles en una mecánica que se siente demasiado metida con calzador.

La falta de agencia del jugador es el gran pecado de The Inquisitor

No obstante, las secuencias de combate no son el punto sobre el que gira The Inquisitor. Los combates toscos, las persecuciones con QTE poco desafiantes e, incluso algunas partes en las que juegas a una especie de escondite podrían ser salvables si el juego no perdiera toda su esencia de investigación con las secciones del otro mundo. 

La falta de agencia por parte del jugador es la gran pega de este título a nivel estructural. Mordimer constantemente te indica con precisión a dónde dirigirte y qué hacer después. Todo esto tendría un último salvavidas en su narrativa, pero da la impresión de que hacia la séptima hora de las nueve que dura el juego todos los acontecimientos empiezan a atropellarse. Las verdades se te desvelan de manera espontánea y no hay una construcción satisfactoria en esa conducción a un desenlace que, como ya he mencionado, lo mejor que me deja son las ganas de leer sus libros ya que cuenta con unos muy buenos mimbres en su premisa. 

De hecho, es lo que más me ha gustado del juego, sentir que las bases que rigen mi moral fuera del juego, dentro del mismo son totalmente erróneas y para actuar en consecuencia del personaje de Mordimer has de sobreponerte a tu ‘yo’ real de una forma que no suele verse en otros juegos.

The Inquisitor tiene que mejorar en cuanto a rendimiento en PS5

Durante el porceso de análisis en PS5 el juego recibió un parche de más de 4 gigas que lo salvaron del suspenso absoluto, ya que hasta ese momento el título tenía serios problemas en carga de texturas, crasheos e incluso, pantallas de carga de más de un minuto que parecían olvidadas en esta generación. Menciono esto ya que no lo voy a tener en cuenta puesto que el parche lo arregla, pero sirva de aviso de que, si vas a jugar, tienes que hacerlo con esa actualización para obtener un resultado óptimo.

No obstante, sigo esperando que el juego solucione en el futuro un problema de stuttering que le acompaña permanentemente y al que no terminas de acostumbrarte. También sufre caídas en la tasa de imágenes por segundo en algunos momentos y no vas a poder hacer nada para arreglarlo ya que en la versión analizada, The Inquisitor no cuenta con opciones gráficas de fidelidad o rendimiento.

A nivel sonoro el juego cumple en cuanto a ambientación y como ya he mencionado tiene una actuación vocal en inglés sobresaliente a la que le acompañan subtítulos en castellano. No obstante, salvo algunas partes más concretas los diálogos se pueden seguir sin necesidad de leer a poco que se entienda la lengua de Shakespeare gracias una muy buena compensación en los volúmenes.

El título cuenta en PS5 con un par de detalles especiales gracias a algo de trabajo con la vibración háptica y el uso de los gatillos adaptativos del DualSense que se endurecen y reaccionan de manera especial cuando nuestra capacidad de rezo está tocando a su fin, algo que, si bien es monitorizable en el otro mundo a través de la interfaz marcada en la esquina inferior derecha, en el mundo real no aparece por ningún lado y es un poco a ojo. 

No obstante, Konigstein está repleta de pequeños puestos de oración en los que recargar esa ‘visión de brujo’. De hecho, uno de los trofeos del juego es encontrarlas y usarlas todas, algo que me saltó en mi partida por pura casualidad.

Conclusión

 The Inquisitor se ambienta en un mundo sombrío e intrigante, y su trama te sumerge frecuentemente en circunstancias peculiares y cautivadoras. La premisa de rastrear a un vampiro y desentrañar homicidios en una urbe de la era medieval es prometedora, y resulta atrayente el proceso de recolección de pistas, el análisis para seleccionar las alternativas más acertadas en diálogos e interrogatorios, y el esfuerzo por ensamblar las piezas del rompecabezas. 

Sin embargo, no logra materializar su potencial, ya sea por secuencias de acción que no llegan a ser un verdadero reto o por un sistema de decisiones que no tienen un peso real en la trama, haciendo muy difícil discernir sus consecuencias. Además, The Inquisito es un título excesivamente guiado, señalando evidencias y rumbos a seguir, y en consecuencia, termina siendo un juego de investigación donde la mayor parte del trabajo deductivo no lo acabas realizando tú. Las mecánicas de combate y QTE tan poco pulidas, así como el apartado técnico y de rendimiento del juego en PS5 acaban pasándole demasiada factura a una experiencia que deja un sabor demasiado agrio al final.

Hemos realizado este análisis en PlayStation 5 con una clave proporcionada por Meridiem Games

Análisis: The Inquisitor
Una muy buena premisa narrativaLas actuaciones y los personajes tienen carismaLa ambientación está a un gran nivel
La agencia del jugador es inexistente, algo imperdonable para un juego de detectivesLa inclusión de 'el Otro Mundo' se carga todo lo que hacemos durante las investigaciones e interrogatoriosLa calidad de los combates brilla por su ausenciaLas secuencias de persecución y los QTE no están del todo pulidosProblemas de rendimiento en PS5
6Nota Final
Historia8
Jugabilidad5
Gráficos4
Narrativa6
Sonido8