Acabo de terminar un verano en el que he vivido una auténtica epopeya, no tengo la menor duda, y es que estos 3 meses dándole más fuerte que flojo a Dragon Quest XI han sido de los mejores que recuerdo en los últimos tiempos. Por si os da pereza leer todo el artículo os adelanto que es un auténtico juegazo que merece muchísimo la pena. Y ahora, si queréis acompañarme, os explicaré qué me ha parecido el titulazo de Square-Enix diseñado por Yuji Horii, apoyado en el diseño artístico por el incombustible Akira Toriyama y un Koichi Sugiyama soberbio en la composición.

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SOMOS LA REENCARNACIÓN DEL LUMINARIO

Durante la ceremonia de Peñalabria por nuestro 16º aniversario, nuestro héroe descubre que es ni más ni menos que la reencarnación del Luminario, el mítico héroe que luchó por liberar Erdrea del mal en un pasado remoto. La profecía dice que la aparición del Luminario está ligada al regreso del Engendro Oscuro, por lo que nuestro héroe deberá asumir su destino y partir para devolver la paz a toda Erdrea.

Sin duda, la historia de Dragon Quest XI es la típica historia de todo buen JRPG en la que empiezas siendo un don nadie de una región remota y terminas culminando una epopeya en la que salvas el mundo. Pero no por típica deja de ser épica y estar fabulosamente narrada, conformando una auténtica historia de aventuras que te harán sentir como si estuvieras viendo la famosa serie Fly!

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DISEÑO Y MELODÍAS DE DRAGON QUEST XI

Dragon Quest XI nos presenta un fabuloso mundo de fantasía de corte medieval, con infinidad de localizaciones de lo más variopintas y perfectamente cohesionadas entre sí, confeccionando un mundo que transmite realmente la sensación de estar vivo.

Dicho mundo está aderezado por un elenco de personajes variados y carismáticos a cargo del genial mangaka Akira Toriyama, con especial mención para el grupo que vamos conociendo y se va uniendo a nuestra causa, que además goza de un desarrollo y evolución que nada tiene que envidiar a los titanes del género.

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Hay que pararse a mencionar a los Monstruos, que son los clásicos de siempre, los que llevan acompañando a la saga Dragon Quest desde sus inicios, característicos por gozar de un aspecto simpático y desenfadado en ocasiones y majestuosos e imponentes en otras. Sin duda, Toriyama-Sama se saca la chorra en este apartado da una clase magistral de estilo y buen hacer.

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Huelga decir que todo ello se nos presenta en un apartado gráfico soberbio, que combina la sensación de estar dibujado y coloreado «a mano» con ciertas texturas, paisajes y efectos de iluminación de lo más realistas, creando un combo fabuloso.

Además de ello, el juego presenta la posibilidad de cambiar entre el estilo 3D y el motor gráfico de Dragon Quest de 16 bits, pudiendo jugar la aventura como si de una entrega de Super Nintendo se tratara.

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Podríamos decir que el mundo de Dragon Quest XI se conforma de las secciones de «mundo abierto», mazmorras, ciudades y aldeas. Pues bien, todos ellos poseen un fabuloso diseño, no solo visual, sino funcional, incluso laberíntico en el caso de las mazmorras y ten por seguro que jamás te dará la sensación de que están hechos porque si, incitan a la exploración y sabe premiar a quienes inciden en ello.

El apartado sonoro es harina de otro costal, en el que el fabuloso compositor Koichi Sugiyama hará que nuestros oídos se deleiten con el fabuloso repertorio de melodías, perfectamente situadas en los momentos precisos en que son requeridas.

Especial mención a la melodía clásica de Dragon Quest que acompaña a la intro, perfectamente interpretada por la Tokyo Metropolitan Symphony Orchestra, resultando en una marcha que suena más épica y triunfante que nunca.

Como único pero diría que la variedad de melodías es algo escasa y a pesar de sus altísimas cotas de calidad en ocasiones puede resultar repetitiva.

Para cerrar este apartado sonoro debo mencionar los efectos de sonido, tales como entrar y salir de cuevas (por poner un ejemplo), son los mismos de siempre, los clásicos que llevan acompañando a la saga Dragon Quest desde sus inicios por el ya lejano 1986 (artículo por su 35 aniversario).

Ya para rematar el apartado artístico hay que reparar en la localización del título, Dragon Quest XI no se limita a estar brillantemente traducido a nuestro idioma, si no que hace gala de una fabulosa localización en la que se refleja la forma coloquial de hablar de cada región de Erdrea, utilizándose una variedad de dialectos y acentos que consiguen transmitir una sensación de estar en distintas partes del mundo como ningún otro juego logra (amén de una alta dosis de humor).

MECÁNICAS CLÁSICAS DEL GÉNERO JRPG

Dragon Quest XI se sustenta en 3 pilares jugables: Exploración, conversación y combates.

Siendo un mundo tan vasto es lógico que la exploración sea una mecánica fundamental, y en Dragon Quest XI se incluyen un par de herramientas jugables para hacerla más placentera que nunca. Por un lado el juego cuenta con monturas, generalmente caballos que nos permiten desplazarnos a gran velocidad por el mapa a la par de atropellar a los monstruos que hay por el camino evitando tener que entrar en combate.

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Por otro lado se ha equipado al juego con un botón para sprintar, esta característica no estaba en la versión original japonesa, pero es de esos retoquitos disponibles en la versión europea que no hacen más que sumar.

Otro pilar fundamental de un JRPG es el combate y Dragon Quest XI cuenta con un fabuloso sistema por turnos, super clásico, simple y redondo, que no deja de contar con innumerables posibilidades como el estado de Inspiración de los personajes y los ataques combinados.

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Pese a tratarse de un JRPG clásico, Dragon Quest XI no cuenta con combates aleatorios, como suele ser habitual en dicho tipo de juegos, si no que vemos a los monstruos vagando por el mundo y combatimos solo si entramos en contacto con ellos, tanto chocándonos como ejecutando un primer ataque, lo que hace que empiecen el combate habiendo recibido algo de daño.

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El tercer pilar es la conversación, ya que el mundo de Dragon Quest XI está plagado de gente, de personas con historias que contar, información con la complementar la historia, expandir su lore, favores que pedir, situaciones que plantear y quests a las que podemos decidir hacer frente o ignorarlas pero ahí están, además de dar la sensación de recorrer una Erdrea llena de vida.

Quiero hacer una mención especial al sistema de desarrollo de personajes, en el que podemos canjear los puntos de evolución conseguidos al subir un nivel en un tablero de desarrollo que recuerda a Final Fantasy X, dando lugar a una progresión bien medida, en que se nos permite evolucionar al personaje a nuestro gusto dentro de unos márgenes coherentes.

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Además hay una funcionalidad en cuanto a la gestión del inventario y el equipo en la que seleccionamos a qué queremos que esté orientado nuestro personaje (Ataque, Defensa o Magia) y éste se nos equipa de la forma más eficiente posible de manera automática. Es una opción, ahí está para quien prefiera no comerse la cabeza en exceso.

Relativo a esto, a lo largo de nuestro periplo encontraremos infinidad de recursos y materias primas que podremos usar en la Forja Fantástica, con la que crearemos el equipo que aprendamos encontrando recetas y conseguiremos de esta manera ítems únicos. Todo ello se ejecuta mediante un minijuego simple y curioso cuanto menos.

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Dragon Quest XI es un juego largo, pero largo de verdad, dividido inicialmente por 2 actos, que una vez finalizado te propone resolver un tercer acto «opcional» en el que se ejecuta un nuevo giro de guion que te termina de dejar el culo torcido del todo y cuya resolución desemboca en el verdadero final del juego.

Yo me lo he terminado en poco más de 100 horas, deteniéndome en lo que me ha apetecido, pero no obsesionándome en absoluto por el completismo. Os aseguro que hay contenido para aburrir (y a pesar de ello no se me ha hecho largo).

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MÁXIMO EXPONENTE DEL GÉNERO JRPG

Dragon Quest XI transmite la extraña sensación de vuelta a casa, hablamos de una vertiente tan clásica del JRPG, que más allá de que hayas jugado o no a los títulos anteriores, los elementos que contiene son tan comunes en la mayoría de los clásicos del género que te resultan familiares.

La típica historia del bien contra el mal, de empezar a pequeña escala e ir avanzando en magnitud conforme te adentras en la epopeya, alcanzando el clímax con la sensación de haber realizado una azaña realmente épica.

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Una sensación única a la que he de añadir, en lo personal, que ha sido mi juego del verano, pasando tarde tras tarde acompañado de mi hija pequeña de apenas 2 años y pico, viendo sus reacciones y comentando los elementos (tal como los interpreta ella), compartiendo este viaje y dejándome definitivamente un poso enorme que estoy seguro que no podré olvidar jamás.

Al margen de ello, objetivamente, Dragon Quest XI es tal vez el máximo exponente de los JRPG, no solo clásico, si no en general. Hablamos de un título tan redondo, tan bueno, tan pulido que realmente tienes que pensar mucho para destacarle algún fallo, resultando una experiencia de juego soberbia.

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ANÁLISIS: DRAGON QUEST XI
Apartado artístico a cargo de ToriyamaMelodías trepidantes y melancólicas de altísima calidadSistema de combate perfectamente pulidosMundo grande, variado y cautivador
Poca variedad de melodías
9Nota Final
Historia9.2
Apartado técnico8.4
Apartado artístico9.5
Apartado jugable8.9