En mitad de la generación pasada, y tras haber lanzado la consola PlayStation 4 Slim, Sony anunció por sorpresa la aparición de la PlayStation 4 Pro, una actualización del hardware de la máquina donde se mejoraba sensiblemente la unidad gráfica para soportar juegos en 4K y mejorar la experiencia de realidad virtual sin modificar el juego base.
Toda la industria de electrónica de consumo, a la cual pertenece Sony, empujaba por superar el estándar FullHD y ofrecer dispositivos y contenidos bajo un nuevo estándar de definición, por lo que parecía inevitable que los videojuegos se subieran al carro liderado por fabricantes de televisores, streaming y contenidos audiovisuales en UHD.
Fue un movimiento inteligente sumar el número de usuarios de las consolas Pro sin necesidad de crear una nueva línea de productos, y lo que acabamos teniendo fueron motores 3D con la misma cantidad de elementos en pantalla pero con apreciables incrementos en la resolución, texturas, iluminación, filtros y sombras exclusivos de las versiones Pro.
¿Lo más importante? que el usuario no tenía que pagar dos veces para hacerse con las mejoras, sino que el propio software se adaptaba a la máquina que lo albergaba. ¿Desventajas? Tuvimos la sensación de que las nuevas gráficas quedaron en un plano muy secundario y bastante desaprovechadas, y que para obtener el salto era necesario hacerse con un televisor 4K.
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¿Valieron la pena las primeras consolas Pro?
A día de hoy es difícil decir si fue o no una decisión rentable para las compañías puesto que no se conocen cifras de ventas oficiales, pero es interesante destacar que Sony dejó de facilitar los números de su modelo PlayStation 4 Pro a los pocos meses de su salida tras un inicio interesante, probablemente por la poca relevancia e impacto frente al modelo básico y los números totales.
Microsoft por su parte también tuvo su versión Pro, la inicialmente conocida como Project Scorpio, y contó con ediciones especiales de Anthem o Cyberpunk 2077, pero tras un inicio esperanzador la Xbox One X se fue diluyendo y duró menos de media generación, interrumpiendo su producción en cuanto se confirmaron tanto PlayStation 5 como Series X|S.
Como consumidores, desde la salida de ambas consolas pudimos disfrutar de una buena parte del catálogo con la mejoras Pro, y en algunos casos con resultados espectaculares si tenías un panel 4K. Destaco los remakes de Capcom de Resident Evil, el Red Dead Redemption y las últimas entregas de Assassin’s Creed, juegos que merecieron la pena ser disfrutados en su máximo esplendor.
Ahora, cuando se han cumplido 3 años de la aparición de PlayStation 5 y ya se comercializa el modelo «Slim», nuevos e insistentes rumores apuntan al inminente anuncio de una supuesta 5 Pro, que en esencia repetiría el patrón anterior, esto es, una CPU algo más rápida y una gráfica con el doble de potencia. Y la pregunta que todos nos hacemos es, ¿esto cómo beneficia al jugador? Podemos repasar el contexto actual y cuestionarnos qué mejoras puede aportar.
¿El salto al 8K?
No se percibe una urgencia en imponer el siguiente escalón visual. Es cierto que algunos fabricantes disponen de paneles a esa resolución a precios más bien altos, pero desde luego apenas existen contenidos nativos que permitan disfrutar de esa calidad. Es más, la TDT parece que se asentará en el FullHD y las principales plataformas de streaming se plantean ofrecer sólo a los usuarios premium el contenido en 4K, HDR, Dolby Digital… lo cual va a ralentizar la adopción generalizada del formato UHD y futura transición hacia la producción en 8K.
¿Abaratamiento del modelo actual?
En su momento, la llegada de Playstation 4 Pro y Xbox One X supuso una rebaja en el precio de los modelos existentes. En esta ocasión tenemos que el PVP de lanzamiento se ha visto incrementado tras dos años en el mercado, y la situación de inflación en la economía mundial no propiciará una bajada en el coste de los equipos informáticos a corto plazo; es más, podemos volver a vivir un escenario de escasez de componentes electrónicos como el vivido en el pasado reciente. A ello deberíamos añadir además las declaraciones de diferentes exponentes de la industria abogando por mantener la tendencia alcista de los precios tanto en hardware como en suscripciones.
¿Resolver la deuda técnica?
Si recordamos el precio de salida de PlayStation 5 y Series X y revisamos su arquitectura, nos damos cuenta de que ambos fabricantes quisieron apostar por dos tecnologías por entonces novedosas pero extremadamente caras como eran el SSD y el Ray Tracing, siempre sin aumentar el precio final del producto.
Esto tuvo dos efectos, uno muy positivo en forma de tiempos de carga cortos y efectos de luz espectaculares, y otro negativo en la capacidad de almacenamiento interno de las consolas y el impacto directo en el rendimiento 3D con el Ray Tracing activado, que quedó relegado a reflejos y alardes solamente durante las secuencias no jugables, o a buscar alternativas como Lumen en el motor Unreal Engine 5 para reducir el coste de la iluminación global.
Con la salida de una versión Pro deberían mejorarse estas cuestiones, si bien para dotar de más espacio las consolas actuales la preferencia es la tarjeta de expansión. Tanto las tarjetas gráficas para PC tope de gama de NVidia y AMD apuestan por evolucionar esta tecnología, sería absurdo no ver más músculo en una supuesta Pro.
Microsoft, desganada
Nunca he tenido claro que Microsoft tuviera voluntad real de una generación intermedia. Con Xbox One apostaron por Kinect y el contenido multimedia más allá del propio videojuego en vez de diseñar una consola técnicamente más avanzada, y con Xbox One X se les presentó la oportunidad de recuperar cuota de mercado y consolidar el slogan de «la consola más potente», pero con la sensación más de devolver el prestigio y percepción de la marca Xbox que una apuesta real de grandes ventas.
Con Series X|S Phil Spencer ha declarado recientemente que su estrategia de generación con dos modelos ya está implementada y disponible desde el inicio y no ven necesidad en el mercado de una revisión… por el momento. Ahora mismo, tras la compra de Activision Blizzard Kingdom parece más centrada en poner en orden los Microsoft Game Studios y Game Pass y en explotar su supuesta superioridad tecnológica, así que aún tiene margen de mejora.
Sony, desbocada
Desde los años ochenta Sony es un referente de la electrónica de consumo doméstico y profesional. Equipos de música, atavoces, walkman, discman, minidisc, memory stick, handycam, betamax, msx, playstation, triniton, vega… en su ADN está fabricar todo tipo de aparatos y periféricos y crear marcas y estándares de referencia. Tiene suficiente bagaje financiero y conocimiento para aprovechar cada oportunidad de negocio, y en el ecosistema PlayStation así lo viene demostrando desde hace décadas, ese olfato por los negocios hace que Portal se esté vendiendo bien a pesar de las dudas que todos teníamos tras conocer la máquina y que el cloud gaming no sería tal.
¿Lanzará una nueva consola teniendo ya una base de 50 millones distribuidas? Al contrario que Microsoft, la suya es una tradición clara la de fabricar y explotar la marca con toda clase de periféricos y, por qué no, una versión pro. Se ha especulado bastante con especificaciones, kits de desarrollo y hasta posible fecha de anuncio, y sin entrar a valorar la veracidad de los rumores, cuando el río suena… Todo sea por ver juegos con el Unreal Engine 5 rindiendo mejor.
¿Apostamos?
Microsoft parece que no entrará en esta guerra. Series X aún tiene margen de mejora puesto que es sobre el papel algo más potente que la PlayStation 5, y meter un tercer modelo en los kits de desarrollo sólo añadiría complejidad y mayores restricciones en las versiones de Series S. Se habla también de que en los planes Xbox la estrategia a largo plazo giraría entorno a concentrar esfuerzos en una consola con soporte XCloud y Generative AI, y centrada en Game Pass como servicio definitivo, aunque esto es pura rumorología.
En cuanto a Sony, tengo claro que veremos una Playstation 5 Pro, pero me falta saber cómo se va a justificar sin enfadar a los usuarios que ya tienen el modelo básico. Con PlayStation 4 el discurso del 4K justificaba la compra, ahora sin embargo el argumento más probable será el de redefinir los modos calidad y rendimiento para ofrecer 4K y 120 FPS sin sacrificar nada, que era lo que se predicaba en el inicio de la generación y de momento apenas se ha dado. Esto es como decirte: «mira, esta es la PS5 buena».
Sea como fuere, una versión Pro no acaba de encajar con la idea romántica de que una consola es un producto cerrado que no compite con un PC en materia de gráficos, sino que se decanta por la facilidad de uso y la variedad de catálogo. Sin embargo, en los últimos años la frontera que separa ambos entornos se ha difuminado y cada vez se cuestiona más una generación de 8 años. Cuantas más opciones mejor, todos ganamos.