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VAMOS A CANTAR MENTIRAS
Casi por sorpresa, nocturnidad y alevosía nos aparece The Chant, opera prima del pequeño estudio independiente Brass Token, editado por Prime Matter, y que nos presenta un más que notable survival horror que sigue el estilo de la vieja escuela al mismo tiempo que se preocupa en introducir nuevas mecánicas y conceptos jugables.
Son muchos los géneros que gracias a la actual era digital y el advenimiento de los estudios indies están viviendo una segunda, o tercera, juventud y el género de los survival horror no podía ser menos. Ya sea en primera o tercera persona, es un hecho que el género se está revitalizando desde hace algún tiempo y hoy en día no resulta nada difícil encontrarte con algún juego que merezca realmente la pena y hasta el amante más incondicional de este tipo de juegos puede darse por servido.
Más allá de las grandes sagas como Resident Evil o la intención de resucitar leyendas como Silent Hill y Dead Space, es la esfera indie la que verdaderamente se está moviendo e interesando por aportar nuevas ideas y conceptos a un género que ha pasado ya por muchas fases e intentado siempre evolucionar de una manera u otra aunque no siempre de la manera más acertada. En ese sentido The Chant se decanta claramente por aportar algo nuevo y refrescante al mismo tiempo que no pretende renunciar a sus orígenes y a los del propio género.
Veamos si lo han logrado.
Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres
Y la primera verdad es que en el juego tomaremos el papel de Jess, una chica con un claro sentimiento de culpabilidad por la muerte de su hermana y a la que los remordimientos le están jugando malas pasadas. Por ello, no se le ocurre una mejor idea que aceptar la invitación de una amiga para pasar un fin de semana de retiro espiritual en una encantadora isla en compañía de unos completos desconocidos con evidentes conflictos de personalidad y que tienen toda la pinta de pertenecer a una secta existencial a lo new age, pero con alguna que otra gotita de Charles Manson.
Menudo planazo la verdad, y total ¿que podría salir mal ?
Pues todo, naturalmente.
Nuestra protagonista, que después de todo no está tan mal de la cabeza como para no darse cuenta de que esta gente es muy rara y que en la isla alguien, o todos, miente y algo huele a cuerno de cabra chamuscado, pronto se verá arrastrada contra su voluntad a una ceremonia espiritual para limpiar las impurezas, las energías y posiblemente las cuentas bancarias de alguno de los presentes, cuando algo sale mal y empieza realmente nuestra aventura.
Una aventura que desde el propio inicio se va a destacar por un fuerte componente narrativo, con unos personajes sólidos y bien desarrollados que realmente no solo tienen algo que aportar a la historia, sino que además la complejidad de sus personalidades, sus miedos e inseguridades, van a definir en gran medida la jugabilidad del título, cosa que estoy seguro a más de uno le volará la cabeza.
En efecto, al salir mal el ritual, o quizás no tan mal, se desatan unos poderes que traen La Penumbra a nuestra propia dimensión. Una especie de dimensión paralela habitada por seres horripilantes y que tiene la peculiaridad de alimentarse de los miedos y remordimientos de los personajes de la isla y que, a través de los prismas de colores que sirven de base a la religión que profesa la secta y parte fundamental de su ceremonia, creara zonas en el juego donde solo podremos entrar e interactuar si tenemos el prisma adecuado que habremos conseguido del personaje adecuado
O dicho de otro modo, una forma muy original de introducir el concepto de metroidvania en un survival horror de corte clásico. Los personajes, hay seis en el juego, son fundamentales pero sus prismas, cada uno de un color diferente y que se corresponde con cada una de las penumbras, lo son aún más porque solo con ellos podremos ir accediendo a las diferentes zonas del juego cuando todo sale mal y se desata la locura.
Otra incorporación a tener en cuenta es el sistema de pánico que incorpora el juego y que es realmente brillante. En la aventura tendremos que combatir tanto contra los seres propios de la Penumbra como con los que esta crea mediante una serie de armas espirituales hechas con hierbas, sales o aceites, nada de armas convencionales, pero no podremos hacerlo si nuestra habilidad de mente está reducida a cero y caemos presa del pánico. Los ataques de los enemigos nos aterrorizan y permanecer mucho tiempo en la Penumbra también, por lo que de forma muy realista a la vez que original estamos ante un efecto, el del puro miedo, que nos limita a la hora de actuar con total libertad.
Todo un acierto que además de funcionar muy bien con el tono general del título resulta de lo más divertido y novedoso. Para recuperar nuestra salud mental, o cordura como diría el bueno de Lovecraft, tendremos que salir de la Penumbra y meditar, que es otra de nuestras habilidades, o consumir algunas de las escasas hierbas que iremos recolectando.
Podremos pelear, pero no siempre será la mejor opción porque al fin y al cabo nuestra protagonista no es más que una persona normal que en la mayoría de las ocasiones optará por lo que haríamos todos, es decir esquivar los ataques y huir. Aunque algunos enfrentamientos son inevitables, de dos o tres toques te envían al otro barrio por lo que en los combates nos pasaremos la mayor parte del tiempo rodando y arrastrándonos por el suelo, lo cual se ira viendo reflejado de forma visual en el desgaste físico, tanto en la ropa como en el propio cuerpo, de la protagonista a lo largo de toda la aventura.
Un simple, pero muy acertado detalle que no se suele ver todos los días y que sin duda ayuda a la verosimilitud e inmersión en The Chant.
Añadir que como todo buen survival horror que se precie los recursos estarán limitados y tendremos algunos puzzles a los que enfrentarnos, no demasiados complicados, pero si lo suficiente como para que nos resulten de lo más entretenido y variado.
El color surgido del espacio
Y la mención al título de unos de los relatos más célebres de H.P Lovecraft no es gratuita porque, aunque no se puede decir que The Chant sea propiamente dicho un juego lovecraftniano la sombra del maestro de Providence es alargada y su influencia sí que está presente en el juego.
Pero es que además el color, o más bien los colores, es claramente el otro protagonista del título. Gráficamente el juego luce genial, los personajes están hechos sobre actores reales y el apartado artístico está muy bien hecho, pero es en los colores donde sin duda reside la magia de juego. The Chant es muy colorista y en ocasiones luce un aspecto psicodélico a lo New Age que puede chocar con en un título de terror como este, pero que sin embargo funciona realmente bien y se hace del todo indispensable viendo la importancia y relevancia que toman los prismas y los colores en la jugabilidad del juego.
Detrás de las mentiras de la religión y los intereses personales de los personajes solo queda el color. Siempre el color, el color que vino de…
La banda sonora es bastante notoria y variada, con muchos temas que que apelan a la psicodelia y el sentido de lo extraño. Una mezcla de temas New Age con temas de suspense y terror que a lo largo de las más de dos horas de la banda sonora nos acompañaran en la aventura.
Siempre es más fácil entrar que salir
En definitiva, estamos ante un buen survival horror que apuesta por introducir algunos elementos nuevos y llamativos que lo hacen realmente divertido, muy dinámico y diferente. La historia no está nada mal y mantiene logra mantener la tensión a lo largo de toda la partida pero sin ninguna duda alguna seran sus novedades y el modo de tratar los colores y el pánico lo que acabará cautivando de verdad el interés del juagador.
RECOMENDABLE para todos los aficionados al género, para los amantes del terror y para aquellos que aún creen que rezando se arreglan las cosas.
ABSTENERSE los daltónicos, los que nunca intentan sobrevivir y los que se acaban de apuntar a una nueva secta.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Prime Matter.