Internet es un hervidero de noticiasY de opiniones… Y sí, también de peticiones. Algunas absurdas y otras más absurdas todavía. Y luego ya si eso, las peticiones que surgen porque al que ha tenido la idea le parece una idea maravillosa en sus mundos de Yupi.

Hace dos semanas mal contadas tuvimos la noticia del retraso de Starfield. Como ha habido otras noticias de retrasos, como ha habido otras noticias de cancelaciones y otras de anuncios nuevos. Y gracias a Internet la fuimos conociendo en tiempo real. Allá por mis años buenos nos hubiéramos tenido que esperar a la revista de turno que salía a final de mes para conocer la noticia. Imaginaos, el doce de mayo saltó la noticia, hasta el 26 o por ahí no la hubiéramos conocido. Dos semanas de paz… Bendito sueño.

Y luego, una vez hubiésemos leído en la revista que Mortadelo y Filemón se retrasa hasta el 30 de febrero de 2056,4 y que Willy Fog tardó 83 días en dar la vuelta al mundo hubiéramos discutido entre amigos que qué faena, qué bien, qué desilusión y qué tantas cosas. Pero estamos en 2022 y Internet es una herramienta de dominio popular. Es cierto que siempre hemos leído a periodistas que no son periodistas, que no hay más que echar un vistazo de un diario deportivo para ver que no hay que estudiar periodismo para hacer el ridículo. Creo que el fichaje del Mbappé se ha torcido, y ahora, según los ¿periodistas? deportivos, es un jugador que no vale cuando desde hace dos años está ganando títulos con el equipo que lo pretendía. Y así siempre

Cuando he ido leyendo opiniones y peticiones a raíz del retraso de Starfield no deja de rondar en la mente la idea de la cantidad de tiempo del que dispone la gente. ¿Tantas personas hay que van a jugar con Starfield el día de salida? Y aunque la respuesta fuera afirmativa, ¿no tienen títulos pendientes que haga la espera más amena? Lo digo porque, mire usted, la queja más recurrente que oigo es que falta tiempo para jugar —no ya completar— todo lo que tenemos pendiente.

Lo bueno y lo malo de internet

Por tanto, ¿afecta tanto que un título se retrase? ¿Es ganas de dar el cante jondo de los aburridos —afortunados ellos—? ¿O más bien se trata de utilizar algo tan común y frecuente para desprestigiar a una compañía? Puede que todas las opciones sean correctas. Puede que ninguna. Pero lo que sí es cierto es que Internet y sus usuarios lo han vuelto a hacer. Twitter y lo que no es Twitter ha parecido un programa de Telecinco durante un día, quizá dos, pero transmitido por Internet. Hasta que han encontrado otro motivo para despotricar y han usado Internet —otra vez— para ello.

En Internet se lee que han pedido la dimisión de Phil Spencer

Es la muestra más clara de la clase periodística que tenemos en las redes sociales (entiéndanme el sarcasmo, por favor). Esos intelectuales han decidido que porque un juego se retrasa, posiblemente para que salga bien y no sea un Ciberpunk, el hombre que ha llevado a la división de Xbox a donde está hoy tiene que irse. Pues vale, de acuerdo. Yo no sé si entre tanta mente brillante hay alguna que piensa que retrasos hay muchos, y en todas las marcas. Parece que lo que no hay es paciencia… Ni juegos pendientes (modo ironía super on).

Starfield, por muy bien que pinte y muy bueno que sea, solo es uno más. El siguiente Zelda también se ha retrasado, y seguro que no será el último en hacerlo. ¿Quién sabe la noticia que saldrá mañana? Lo que sí se sabe es que habrá muchos periodistas expectantes para criticar, ya no para dar la noticia, sino para desprestigiar y pedir que una persona deje su trabajo por el plato de lenteja… eh, perdón, porque un videojuego se ha retrasado y a lo mejor va a tener unos meses más para que esa estantería o disco duro con doscientos juegos pendientes sea menor.

Y bueno, esto es una opinión de vuestro tío Midgar. Quizá Starfield vaya a salir porque Phil Spencer está ahí y ha apostado por él. Lo mismo si otro no hubiera puesto tantos medios el lanzamiento no se habría retrasado, se podía haber cancelado. Y ni la comunidad de Internet con sus ideas lo hubiera evitado

A día de hoy desconozco de dónde proceden las críticas. No sé si los propios usuarios de Microsoft son los que derraman tantas peticiones, no sé si son los usuarios de otras compañías que celebran como éxitos los «fracasos» de la competencia o si es gente que ha encontrado en cualquier contratiempo un motivo para escribir o hablar desde el escudo de una pantalla porque su vida carece de actividades más interesantes. Sea como sea, esto es una de las cosas malas de Internet. Cualquiera puede hablar sin el más mínimo conocimiento ni idea de lo que cuesta sacar adelante cualquier cosa.

Que yo sepa, Phil Spencer ha hecho posible que el sistema Xbox hoy en día funcione bien en todo el mundo. Es la cara visible, el responsable de un grupo que ha llevado a la división de videojuegos de Microsoft a una buena situación de mercado.

Internet, esa cosa que cuando yo era un niño se asomaba a la cuna de tus pesadillas futuras. Esa cosa que iba a la caja del teléfono y si lo usabas tu padre no podía recibir llamadas del trabajo. Esa cosa que ha evolucionado hasta hacerse imprescindible para lo bueno y lo malo. Saca cita con el médico, con Hacienda, mira los resultados de tu última analítica, descarga los parches que tus juegos necesitan para funcionar bien, lee un mensaje de Whatsapp que puede ser urgente o escribe en una web un artículo que seguramente no le importe a nadie

Internet, esa cosa que también es un dolor de cabeza, un aburrimiento de frentes absurdos, de opiniones que interesan menos que este artículo y de ventana para que los anónimos derramen su sabiduría desde una silla que ya tiene los muelles gastados de tanto uso y que defienden las ventas cuando son favorables y dicen que no son útiles cuando no lo son, entre tanto debate superfluo e insignificante.

Que dimita Phil Spencer y ya también que dimita Shigeru Miyamoto porque Zelda se ha retrasado, aunque poco tenga que ver, total, ya puestos a criticar, yo también hablo sin saber. Que dimitan los dos. Quizá así el videojuego deje de ser una fuente de sueños donde escapar de la realidad. De esa realidad que transcurre a través de una pantalla de ordenador o de móvil, donde hay doscientos millones de opinadores de Internet y cada uno de ellos cree tener la razón absoluta, sin tenerla en absoluto.