Si hay un Indie en el que sintamos que retrocedimos a nuestra más tierna infancia, y que somos simplemente unos jóvenes sin responsabilidades disfrutando de sus vacaciones, ese es A Short Hike. Es una aventura en la que nos vislumbraremos por la belleza de su apartado artístico, mientras nos hacemos con el control de Claire, un ave que viaja a una isla junto a su tía May para desconectarse de la realidad y disfrutar de un verano lejos de la vida cotidiana.
No cabe duda de que su desarrollador, Adam Robinson-Yu, ha puesto mucho esmero a la hora de crear este videojuego. Todo en él es simple: sus mecánicas, su historia, sus gráficos y sus diálogos. Absolutamente todo lo es, pero el profundo amor que esboza este Indie hace que, aún con sus limitaciones, todo lo que vemos y todo lo que hacemos nos atrapa y nos cautiva. A Short Hike es precioso por donde se lo mire. En él desconectamos con el mundo real para conectarnos con nosotros mismos.
En A Short Hike deberás llevar a Claire hacia la cima del Picohalcón (Hawk Peak), ya que es el único lugar de la isla en el que hay señal y ella está esperando una llamada telefónica. Exploraremos la isla a nuestro ritmo, y escalaremos lentamente, mientras completamos misiones secundarias, descubrimos secretos y conversamos con los personajes y amigos que iremos cruzándonos en nuestro trayecto. Sea cual sea el camino que elijamos, nos rodeará una acogedora paz y nos enamoraremos de cada actividad que hagamos en el juego. Como su nombre así lo indica, estamos ante una aventura corta. Seguramente lo finalicemos en una tarde, con tan solo un par de horas jugando. Y como si de un amor de verano se tratase, nos lamentaremos porque llegó a su final, pero al mirar hacia atrás y recordar lo mucho que lo disfrutamos será imposible evitar sonreír.
Podremos correr, saltar, planear, o hacer uso de objetos como palas y picos. No es un juego diseñado para morir o para sortear una oleada de retos y desafíos; es, más bien, una experiencia relajante, diseñada para sentarse frente a la computadora o la Nintendo Switch con un café entre manos y dejarse atrapar por la paz que transmite. El único objetivo es, como dije anteriormente, alcanzar la cima, pero en el medio viviremos nuestras propias aventuras. ¿Quién no fue un niño aventurándose en un mundo desconocido durante sus vacaciones, conociendo a otros niños y disfrutando juntos todo tipo de andanzas que al día de hoy recordamos con profunda nostalgia? Nuestras únicas preocupaciones serán explorar cada rincón de la isla; recoger las monedas que vamos encontrando (ya que nos servirán para comprar determinados objetos); y, sobre todo, juntar la mayor cantidad de plumas doradas posibles, las cuales le permitirán a Claire elevarse por los aires y superar los obstáculos que ofrece el sendero para añadirle diversión a la escalada.
La isla en la que transcurre esta historia es simplemente un bellísimo mundo abierto pixelado. Podremos hacer todo tipo de actividades en ella, desde excavar, ir en busca de tesoros, echarnos unas carreras, pescar, jugar paloncesto (una especie de volley pero con palos) o volar… el arte de volar y perderse ante el maravilloso paisaje que ofrece este juego es sin dudas una de las experiencias más relajantes y mágicas de la que podrás gozar jugando un videojuego. Y, como no podía faltar en un juego tan lleno de amor, su banda sonora es sencillamente hermosa, acompañando a la perfección cada paso que demos en esta aventura. Mark Sparling se las ingenió para que cada nota musical de este juego termine de fundirnos en un momento de paz incalculable.
Venga un párrafo aparte: una cosa que no hace a la historia, pero que me siento obligado a aclarar, es sobre los idiomas disponibles. El juego puede disfrutarse en español, inglés, francés o japonés. Cuando conocí el juego en un Indie World de Nintendo e investigué sobre el mismo, leí críticas respecto a que su español era demasiado latino y, según decían, inentendible. Como latinoamericano y argentino, me resultó asombroso lo identificado que me sentí con cada diálogo. Quizás a más de uno le moleste este detalle, pero personalmente fue un hecho que amé y que me hizo compenetrarme aún más con sus personajes. No obstante, si alguien siente que esto entorpece la jugabilidad, podrá gozar del juego en inglés, ya que el mismo en realidad dispone de pocos diálogos.
Sin dudas que A Short Hike tiene su encanto. Es difícil de explicar, pero parece que exprime al máximo las limitaciones que tiene un videojuego independiente, y lo transforma en una caricia al alma. No innova en sus mecánicas, ni ofrece grandes retos y, mucho menos, un sistema multijugador. Pero tiene ese “algo” que solo saben transmitir los juegos Indies creados con esmero, cariño y dedicación. En un día malo es un juego para olvidar nuestros problemas; y en un buen día es un mimo a nuestro niño interior.
En conclusión, A Short Hike es un juego relajante, una placentera aventura creada para disfrutar y perdernos en sus paisajes, sin caer en el estrés que muchas veces nos generan algunos videojuegos. En un universo donde reina la ansiedad, he aquí un cable a tierra. Los fanáticos de los Indies no tardarán en enamorarse de su apartado gráfico y de lo atractivo que es su diseño.