Kholat es un juego de terror que se inspira en los misterios ocurridos en el Paso Dyatlov allá por la década del 50’. Claro que el juego se las arregla para transformar una historia llena de mitos, leyendas y teorías –algunas más alocadas que otras- en un juego basado en la exploración que te hará pegar un buen susto en más de una ocasión, como también te hará frustrarte cada vez que te pierdas entre las montañas y sucumbas ante la desolación y la desorientación. Sinceramente, nunca me había sentido tan perdido con un mando en la mano.
Pero primero lo primero. ¿Qué leyendas se esconden detrás del incidente del Paso Dyatlov? Sin ahondar en detalles que no vienen al caso, este hecho histórico narra la extraña desaparición y muerte de nueve estudiantes en los Montes Urales durante febrero del año 1959 en la ya extinta Unión Soviética. Pero lo insólito de este hecho no son las desapariciones en sí, sino la forma en que se dieron: abandonaron sus carpas en medio de la noche a medio vestir, en uno de los lugares más fríos del continente, para huir hacia un bosque y morir lentamente de distintas maneras. Al día de hoy, se han suscitado todo tipo de teorías: la presencia de espíritus; el acecho del abominable hombre de las nieves; la aparición de OVNIS; y la culpabilidad de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia. Entre tantos mitos populares, y aferrándose a un misterio sin resolver, la desarrolladora polaca IMGN.PRO ha traído esta leyenda urbana al universo de los videojuegos.
Al iniciar el juego, el primer impacto es más que positivo: su apartado visual nos sorprende de buena manera. Pero a medida que nos adentremos en las montañas, las limitaciones propias de la Nintendo Switch –consola en la que este juego ha sido testeado- saltarán a la luz: el lag y el popping son recurrentes durante la partida, afectando levemente la jugabilidad (aunque siendo justos con la desarrolladora, debemos resaltar que este fenómeno no ocurre con las versiones de PC y Playstation 4).
Ahora bien, ¿de qué va el rollo en este juego? Deberás explorar los Montes Urales completamente sólo. Tu única compañía será tu linterna, una brújula, un mapa y un diario en el que irás guardando las notas que encuentres en tu camino. Y una voz, claro. Porque qué sería de un juego de terror psicológico sin una voz en tu cabeza que te atormente y te haga sentir, desde el minuto uno, que estás adentrándote en un viaje sin retorno. Pero la verdadera locura inicia recién cuando presencias un fenómeno sobrenatural en unos monolitos y ves unos fantasmas huir despavoridos en distintas direcciones, y allí tendrás que ir a la caza de respuestas.
Una vez hayas descubierto eso, deberás encontrar otras ocho ubicaciones en la que se te revelarán nuevas evidencias de lo ocurrido en el Paso Dyatlov –desde la perspectiva de sus creadores, no hace ni falta aclararlo-. Tu mejor amigo será la brújula, ya que el mapa solo te servirá para revisar las coordenadas a las que debes dirigirte. En ningún momento podrás ver tu ubicación en el mismo, y si bien la idea a priori es interesante, se torna un problema cuando el escenario nos ofrece escasas señalizaciones respecto al lugar en donde nos encontramos: nuestro única guía serán algunas coordenadas escritas en las rocas, las cuales terminan por no ser ayuda alguna y aparecen con tan poca frecuencia que no mejoran la experiencia. Justamente por eso es que perderse es un hábito en este videojuego.
Otro elemento del juego, que sí cumple una función más notoria que el de las señalizaciones, es el ya mencionado conjunto de notas que deberemos ir recogiendo en nuestra aventura. Las mismas no solamente servirán para conocer el trasfondo detrás del incidente del Paso Dyatlov, sino que, también, para guardar la partida (¡benditas sean por este motivo!). Las mismas se encuentran dispersas en el enorme escenario, y sabremos que nos encontramos cerca de una de ellas gracias al sonido, dado que oiremos un ruido semejante al de una hoja bailando ante los embistes del viento. Encontrarlas no será de obligación para terminar Kholat, pero sí nos serán útiles porque el trayecto entre un punto y otro del mapa es demasiado extenso, y si morimos deberemos hacer el mismo una y otra vez, tornándose tedioso y frustrante. Y también servirán, claro está, para poder comprender mejor la escena final del juego o, cuanto menos, poder darle una interpretación (solo al ganarlo podrán entender por qué digo esto).
Sí: en el juego se muere. Y se muere muchas veces. Los fantasmas que vimos en los monolitos, junto a una suerte de humo de tono rojizo, serán nuestros enemigos. Al principio creí que los mismos se encontraban acechándote a lo largo y ancho del mapa, pero no. Eso es algo que hace muy bien el juego: atrapado en la desolación, te hace creer que algo se esconde atrás tuyo, dispuesto a cazarte ante la menor distracción. A medida que avanzaba en mi aventura, comprendí que los fantasmas cumplen patrones, y que solo se encuentran vagando en determinados puntos del mapa. Y eso fue una decepción, porque así el elemento sorpresa fue abatido, y el terror psicológico dio lugar a un simple juego de exploración. Además, por lo general, los efectos de sonido del juego (y, lamentablemente, el lag) hacen saber en más de una ocasión cuando te encuentras en riesgo y, aunque habitualmente eso es un punto a favor, en un juego de estas características se torna un paso atrás.
Como mencioné en el párrafo anterior, la musicalización cumple un papel. Hace bien el juego en no rellenar el silencio con melodías, sino que explota al máximo los ruidos propios de medio ambiente para reforzar la idea de que estás completamente solo, perdido en las montañas. Podría decirse que la «banda sonora» en Kholat es una serie de sonidos naturales que, complementados con determinados efectos sonoros ante la presencia de un ente, sirven para mejorar la experiencia de exploración.
A la hora de hablar de la duración debo hacer algunas aclaraciones, porque creo que es imposible calcular cuánto dura este juego. Seguramente alguien con buen sentido de la orientación pueda terminar el juego en 4 horas. Pero puedo dar fe que alguien algo torpe a la hora de ubicarse, como es mi caso, en cuatro horas recién habrá descubierto la mitad de los puntos del mapa. Sin mencionar, siempre según mi experiencia personal, que encontrar los restantes iba a ser toda una odisea. Por momentos da la sensación de que todos los caminos conducen a los mismos sitios y eso se torna engorroso y desmotiva al jugador a seguir descubriendo zonas nuevas.
En conclusión, Kholat es una gran idea que a la hora de llevarla a la práctica ha quedado a medias tintas. Su sistema de exploración se vuelve denso y tedioso, y perderte una y otra vez en un mapa lleno de obstáculos termina resultando una experiencia frustrante. Quizás añadir más señalizaciones y/o elementos de interacción con el entorno hubiese solucionado esta problemática. Pero, así dadas las cosas, uno querrá evitar a los fantasmas a toda costa, no por el miedo propio que pueda generar un hecho fantasmagórico, sino por el terror a morir y tener que volver a andar todo el trayecto de nuevo, ya que solo nos podremos guardar en los campamentos y en los puntos icónicos del juego.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por Meridiem Games.