Game Pass: ser barato no lo es todo

Game Pass: cuando ser barato no lo es todo

Tras la nueva subida de Game Pass, nos preguntamos si el precio es la única variable a tener en cuenta.

Soy usuario de los servicios de pago de las consolas, desde que salieron. Y tanto de PlayStation Plus como de Xbox Live Gold. Lo que aquí reflexiono está basado en mi percepción de cómo en estos años ha cambiado el enfoque de los servicios como estos dos, que venían a complementar la forma de jugar tradicional y el formato físico y ahora intentan acaparar nuestra cartera.

Game Pass: ¿barato o caro?

Personalmente, la aparición de Game Pass fue como si te ofrecieran probar el juego antes de comprarlo. Títulos medianos mayormente, de esos que reducían su precio pero desconfiabas porque no eran muy populares, como garantía de que podías comprobar in situ si eran adecuados para ti. Por aquel entonces se podía obtener barato y me dije «¿por qué no?, total, por probar…». Había picado el anzuelo como, imagino, muchos otros y el número de usuarios creció tanto que despertó la ambición de Microsoft.

Poco a poco fueron añadiéndose funcionalidades -algunas de ellas no las uso, como el Cloud o el online y el juego cruzado- y variantes de menores prestaciones por menos dinero, y Game Pass empezó a subir de precio, pero todavía era asumible incluso en la opción más premium, la Ultimate. La clave era que si enumerabas el conjunto de beneficios que obtenías claramente salías más que satisfecho, pero en el fondo lo que importaba era que en el extracto de cada mes el peso de la minuta pasara inadvertido.

Game Pass: ser barato no lo es todo

Tras la penúltima subida a 18€ empezamos a mirar con otros ojos ese coste. Muchos lo justificábamos, por encima de todo, por la cantidad y calidad de su catálogo, sabiendo además que no hay tiempo material para jugar a tanto juego triple A ni de salida durante el mes de la suscripción. Seguimos aceptando el precio a regañadientes a cambio de jugar a Expedition 33, Hollow Knight Silksong, Indiana Jones y el Gran Círculo o el remaster de Oblivion. Y de olvidar muchas otras genialidades como el Doom the Dark Ages, el Rogue Prince of Persia, el Gears of War Reloaded y tantos y tantos juegos disponibles que listamos en nuestra sección semanal.

Ahora nos llega una nueva subida, y esta vez es importante, tanto que en el extracto los 27€ ya no pasan desapercibidos. Ni justificables. Las características siguen estando ahí, si me apuras el catálogo es incluso cada vez mejor, pero el precio empieza a doler, ha traspasado la frontera psicológica del «no me importa» y ahora me planteo si lo necesito realmente. Y empiezo a repasar mentalmente qué hago cada mes antes de echar números, y me doy cuenta de cómo me ha canibalizado Game Pass.

En mi afán de que sea rentable, juego cada día para obtener los puntos semanales y mensuales, aunque reconozco que me cuesta llegar a los 8 juegos necesarios para obtener la recompensa de 350 puntos de cada mes, y eso combinando Xbox Series y PC. He olvidado que existe PlayStation y no juego a nada que no esté en Game Pass salvo por el motivo obvio de la revista. Yo antes no era así, disfrutaba de la multiplataforma y de los juegos «no tan atractivos» ni populares.

Game Pass: ser barato no lo es todo

Ahora me dicen que he de gastarme 27€ porque el servicio me ofrece catálogo, Cloud, Streaming de calidad, juegos de PC, EA y Ubisoft. Y probablemente siga siendo barato, pero la verdad, mi vida no gira en torno a los videojuegos, y en la hoja Excel con el desarrollo del plan de negocio de Game Pass hay una variable que no computa como coste, pero que para mí es muy importante: el TIEMPO. Para trabajar, para divertirae, para la familia, la vida social y disfrutar de las aficiones. De nada me sirve tener más de 400 títulos disponibles si no puedo jugarlos.

Es una reflexión, también a la industria, de que estamos cerca de la saturación. Lo veo en la decepción que ha supuesto la nueva generación de tarjetas, en los continuos clones de juegos que salen sin aportar nada, en el síndrome de Diógenes digital, y en que cada vez hay más agentes que quieren vivir del sector pero la base de usuarios no crece. Así que volveré a desempolvar mi PlayStation 4, a recuperar mis «viejos» juegos analógicos y a escoger yo si me apetece jugar a un título en concreto. Aunque me salga más caro.

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