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Análisis: The Last Faith, un metroidvania inspirado en los más grandes

Tras mucho esperar, por fin durante este mes de noviembre hemos podido ponernos a los mandos de esta gran aventura que tan atractiva resultaba a nuestra vista. ¿Habrá conseguido The Last Faith superar las expectativas?

Un inicio dubitativo, pero prometedor

Ha llovido desde que Kumi Souls Games, los padres de The Last Faith, en la primavera de 2020 sacaran a la luz un teaser para iniciar un proyecto kickstarter que les financiase el desarrollo de su juego. De manera rápida fueron varios los jugadores que quedaron encandilados por lo mostrado. El experimentado en el género sabía que estaba ante algo que repetía una fórmula exitosa y divertido. Pero no se quedaba ahí, puesto que su estética similar a Bloodborne hacía que otros tantos fans de los aclamados títulos de From Software pusiesen sus ojos en él.

Con esa promesa y, desde entonces, The Last Faith se ha colado en todos y cada uno de los típicos vídeos que se hacen a final de año para enumerar los videojuegos más esperados del año siguiente. Es muy fácil encontrártelo si buscas en YouTube algo así como «videojuegos indie más esperados para 2021, 2022 o 2023». Sí que es verdad que con el paso de los meses y la escasa información vertida por los desarrolladores, el globo se pinchó un poco, y las miras de los jugadores se iban colocando en otros títulos de este género tan explotado en la actualidad.

Análisis: The Last Faith, un metroidvania inspirado en los más grandes

Finalmente, fue a partir de este mismo verano cuando los motores se pusieron en marcha y anunciaron la ventana de lanzamiento de The Last Faith, así como una pequeña demo en Steam. De primeras parecía un movimiento arriesgado, ya que aparentemente iba a compartir ventana con Blasphemous II y Silksong. Al final, un pequeño retraso hizo que se separase lo suficiente del primero (más de dos meses y medio), y del segundo pues… de momento ni hablamos (inserte meme del Hollow Knight con la peluca de payaso). Así pues, a pesar de una demo que dejaba algunas dudas, The Last Faith llegaba en buen momento a nuestras manos.

Rumbos predeterminados, destinos sencillos

Cuando estás ante un videojuego indie que presenta algo nuevo, existe un extra que despierta dentro de ti, haciendo que prestes atención hasta el último detalle. Recuerdo con cariño la aparición de la mecánica de los «Rot«, aquellos compañeros espirituales de Kena Bridge of Spirits quienes encandilaron el corazón de los jugadores que esperaban una PlayStation5. O si nos ponemos un poco patrióticos, el sentir de una parte de la cultura de España como es la andaluza, representada a la perfección con sus construcciones, acentos, vestimentas o costumbres dentro de la saga Blasphemous .

Este componente de diferenciación es digno de valorar, puesto que en un océano rojo como es el mundo del desarrollo de videojuegos, encontrar una característica que te haga destacar sobre el resto es una tarea ardua, hablando muy bien de la creatividad de los estudios que la consiguen. Este no es el caso de The Last Faith, ya que desde un inicio vamos a sentir que su aroma es poco diferenciable con otros títulos ya jugados. La ambientación decadente y oscura funciona, siendo normal que el círculo de inspiración sea cada vez más grande. Aunque aún siendo así, hay momentos en los que consigue destacar y tener un alma propia.

Análisis: The Last Faith, un metroidvania inspirado en los más grandes

Gráficamente es un juego cuidado y aunque no es el mejor pixelart del año ni el más detallado, cumple de sobra con su función: proporcionar una ambientación adecuada que consiga sumergirte en el mundo de The Last Faith. La banda sonora es más bien de acompañamiento, camuflada junto a los efectos sonoros para esa construcción de un mundo hostil para el jugador. En este apartado son dignas de mención las actuaciones de los actores de voz, las cuales consiguen transmitirte a la perfección sus intenciones y peso dentro de la historia. El elenco es corto, aunque suficiente y muy equilibrado.

La historia de The Last Faith es sencilla, típica de un mundo venido a menos, pero a la vez interesante. Y esto es gracias a sus personajes. Aunque no es el motor del juego, siempre estará presente y conseguirá guiarte y que no te separes del entendimiento de la misma, siempre ayudado por los NPCs que iremos encontrando por el camino. Además, si quieres obtener mayor información sobre el mundo de The Last Faith tienes que… bueno, esto ya lo adivinas, ¿verdad? Correcto, leerte las descripciones de todo el inventario.

The Last Faith, un soulsvania puro

El mapeado de The Last Faith tampoco nos deja indiferentes, a pesar de ser el de un metroidvania común, con una skin diferente. Las distintas áreas tienen buena correlación, dándole sentido al avance y al descubrimiento del mapa. Tampoco existen zonas que se sientan extremadamente largas, a pesar de que hay bastantes que pueden resultar un desafío grande. Este desafío no es debido a la parte de plataformas, ya que este componente es sencillo y no forma parte del reto real que te presenta el juego, el cual está únicamente enlazado al combate. Sobre todo en la superación de áreas, ya que los jefes me han resultado ligeramente más sencillos.

El combate era uno de los llamados más sugerentes en The Last Faith, ya que esa combinación de portar armas de fuego y armas cuerpo a cuerpo conseguía llevarse nuestra atención. La implementación de las primeras es buena, porque su uso es finito y dependerá de nuestro arsenal de munición, la cual podremos recolectar al derrotar a enemigos (aparece de manera aleatoria al igual que las municiones, os suena el concepto, ¿verdad?). En parte puede parecer que estas son sólo el arma secundaria, pero os sorprenderéis porque alguna es una bestia parda.

Análisis: The Last Faith, un metroidvania inspirado en los más grandes

Respecto a las armas cuerpo a cuerpo, en The Last Faith tenéis una buena colección para elegir entre espadas, mazas, hachas, espadones, etc… funcionando como de costumbre, a mayor tamaño y peso mayor rango y daño, pero también menor cadencia y variedad de combinaciones. También puedes lanzar hechizos y hacer parries, como siempre. Lo más importante respecto a este apartado, es que el combate se siente bien. Es ágil y es divertido, las batallas contra jefes o limpiar enemigos del escenario te deja buen sabor de boca. El control del personaje es bueno y no se siente para nada perezoso, siendo una bondad para luchar y para avanzar entre plataformas.

El desarrollo del personaje es bastante básico, iremos ganando puntos según derrotemos enemigos, ya sabéis, esos que perdemos si nos matan. Estos nos sirven para cambiarlos por subir de nivel y estadísticas, las cuales nos permiten moldear el personaje a nuestro gusto de combate. También las armas se pueden mejorar, aunque no sólo con materiales, si no que también debemos encontrar planos que permitan hacerlo (y el último es difícil de encontrar). Por otra parte desbloquearemos poderes (doble salto, deslizamiento…), que aunque de manera secundaria nos ayudarán en las batallas, su principal función es llegar abrir nuevos caminos que antes parecían inalcanzables.

Fórmula segura, fórmula que dura

The Last Faith es lo que ves, es lo que sientes en ese primer contacto. Es una representación de Bloodborne en 2D, es Bloodborne si Miyazaki hubiese decido hacer un metroidvania y no un ARPG. Con esto no quiero quitarle mérito al juego, pero sí que entendáis lo que este os aportará como jugadores. Tanto pretendo darle más mérito del que tiene, ya que The Last Faith está lejos de ser lo que representan Bloodborne u otras obras de Miyazaki para los ARPG modernos. Se nota su inspiración, al igual que se notan las distintas notas que sus creadores le han otorgado.

The Last Faith es un juego que no oculta su seña identidad, pero a pesar de ello, ha conseguido que sintamos que es un metroidvania distinto y que tiene detalles que aportar. Es divertido e incita a completar todos sus detalles, los cuales a mi me han llevado unas 28 horas. Por supuesto, es un juego que te recomiendo si te gusta este género, es una compra segura y acertada. Par mí no es el mejor del año, creo que está un claro paso por debajo de Blasphemous II, pero sí que es un excelente primer paso para, en un futuro, tener la oportunidad de asomarse al lugar donde se encuentran los hijos más agraciados de Symphony of the Night.

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