Análisis de Whirlo para Super Nintendo, un hechizo de 16 bits

Análisis de Whirlo para Super Nintendo, un hechizo de 16 bits

Whirlo es un juego de Namco y Nova Games para Super Nintendo que nos llegó a finales de 1992. En Japón lo disfrutaron antes, como era costumbre en la época, en julio de 1992 apareció en el país del sol naciente Xandra no Daibōken: Valkyrie to no Deai. Me quedo aquí, en la palabra Valkyrie, seguro que os suena y si ligamos la palabra a Namco, tenemos que ir a los 80, a la saga Valkyrie, donde una dondella guerra restablecía el orden espada en una mano y fuerza en la otra.

Uno de los personajes que aparecieron el alguna entrega de la saga fue Kurino Xandra, un personaje que yo siempre he visto como una hortaliza verde lleno de encanto.

Namco utilizó a Kurino para contar una historia que antecede a la saga Valkyrie. Y tiene a mi hortaliza verde favorita como protagonista. Sandros se ve envuelta en una plaga de ceniza que hace enfermar a todo el que tiene contacto con ella. Entre los enfermos, está el hijo de Kurino. Nuestro personaje, armado con un tridente, está dispuesto a lo que sea necesario para salvar a su hijo. Tras hablar con el sabio de la aldea descubre que es necesario reunir los siete cristales de la luz (en mis tiempos mozos yo pensaba que eran las bolas de Dragón, vuestro tío Midgar se cae a pedazos) para invocar a la cura del sol,

Malix está detrás de la plaga y es parte de su plan para acabar con la tierra de Sandros tal y como se conoce. Kurino ya sabe lo que tiene que hacer. Coge su tridente y empezamos un viaje que no olvideremos nunca.

Análisis de Whirlo

Apartado técnico de Whirlo

¿No os ha pasado nunca que un diujo de trazos ordinarios os ha transmitido una sensación extraña y placentera sin ningún motivo aparente? Aquella Navidad de 1992 (posiblemente esa época nostálgica tuvo mucho que ver) me ocurrió cuando introduje Whirlo en la Super Nintendo y empecé a ver la introducción del juego. Aquella melodía en la que incluso parecían sonar campanas, los escenarios nevados de Sandros y en la retina el valor de un personaje poco extraordinario dispuesto a todo para devolver a su aldea su luz natural, ya te preparaban para un viaje que se presentaba extraordinario.

En aquella época de zagalillo aún tenía expectativas y era incapaz de entrar a analizar con la mente limpia de expectativas. Era Navidad y Whirlo comenzaba en una aldea nevada y llena de ceniza. El contexto era el idóneo y las sensaciones de aquel zagalillo, extraordinarias.

Veías a Whirlo (que así llamaron aquí a Kurino) y veías unos persaonajes diseñados de forma corriente, sin esmero en la calidad gráfica, sin pixeles definidos, pero todo envuelto en un colorido extraordinario y un encanto inocente. Los movimientos rayaban la brusquedad cuando dejabas pulsado el botón Y del pad de control de SNES y el tridente se quedaba unos momentos en liza y la cara de Whirlo intentaba mostrar ferocidad. Eran detalles que te ayudaban a meterte más en la historia y querer avanzar para encontrar la cura del Sol y salvar Sandros.

Análisis de Whirlo para Super Nintendo, un hechizo de 16 bits

Whirlo gesticula mucho y bien. Cuando salta desde muy alto se queda incrustado en el suelo al aterrizar y sus gestos de fuerza para librarse con tan tiernos como divertidos. Cuando hace su ataque aéreo y se golgea contra un muro o no alcanza a un rival le salen burbujas en la cabeza mostrando la desorientación que tiene por el golpe. Incluso el sonido está envuelto en una inocencia que hoy en día ya no se escucha en los videojuegos. Si en los detalles pequeños está lo grande, Whirlo está lleno de ellos y, por tanto, el resultado es inmenso.

Su apartado sonoro supera al visual. Ya he mencionado por encima el sonido que Whirlo emite cuando no alcanza a su objetivo o se choca contra un muro. Hay que añadirle unos efectos perfectamente audibles en los saltos, en la preparación de los ataques especiales, en los golpes del tridente y en su variedad, dependiendo qué tipo de golpe realices, sonorá de un modo u otro.

Y la música... Una banda sonora que acompaña perfectamente cada nivel del juego y cada zona. Melodías nostálgicas para los lugares invernales y melodías enérgicas para los lugares estivales. Esas bandas sonoras que en aquel 1992 hubieras comprado en un CD si se hubiera tenido la ocasión. Un apartado sobresaliente que contribuye directamente a elevar la calidad general de Whirlo.

Whirlo es un héroe versátil y encantador

Y como buen héroe tiene recursos para todas las dificultades y situaciones embarazosas,. Salimos a buscar la cura del Sol armados con un tridente. Y en los primeros minutos del juego nos enseñan a realizar todos los movimientos que necesitamos saber. Tenemos varios tipos de saltos, El salto normal que se hace pulsando el botón B, el salto alto que nos exigirá dejar pulsado el botón unos segundos sin pasarse, porque de lo contrario Whirlo pagará el esfuerzo con su sollozo enternecedor y el salto largo, manteniendo pulsados el control de dirección y el botón B.

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Los movimentos de ataque también son variados. El golpe simple que haremos pulsando el botón Y, también podremos saltar y pulsar el botón de dirección hacia abajo con el botón Y para realizar un ataque descendente y el ataque giratorio que haremos pulsando el botón X para hacer que Whirlo se eleve y vaya descendiendo lentamente para cuando soltemos el botón, lanzarse disparado contra sus enemigos o contra un obstáculo que podremos eliminar de esta forma. Y cuidado que como no acertemos, quedaremos indefensos durante unos segundos y Sandros está lleno de malas ideas.

Whirlo es muy sencillo de manejar aunque el juego nos ponga en situaciones que nos obligará a medir saltos para alcanzar la siguiente plataforma y aprender patrones con los jefes de los niveles. También hallaremos algún minujuego al estilo del Quien es quien en el que tendremos que encontrar a un personaje siguiendo una serie de pistas para seguir avanzando. Enseguida te haces con los movimientos de Kurino y la forma de sus golpes y quedas maravillado por su agilidad y la fluidez de sus movimientos.

Y lo último que a mí me parece destacable es que tiene varios finales malos, siendo parecidos entre ellos aunque hay algunos que aumentan más la simpatía que llegas a sentir por Whirlo. Si eres de los que les gusta exprimir los títulos al máximo, Whirlo te regala algunas partidas más cuando hayas llegado al final de tu aventura.

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Si os hablo de password, ¿sabéis de qué os estoy hablando? Antes, cuando los cartuchos rara vez traían pilas que grababan la partida y nos permitía continuar desde un punto de guardado determinado (olvidaos de los autosave y todas las facilidades y comodidades de hoy) los programadores daban algunas veces la opción de continuar la partida desde un punto por medio de una contraseña.

Cuando se pasaba de fase era lo más usual, que viéramos en pantalla una contraseña para continuar desde el comienzo de ese nivel cuando volviéramos a jugar. El sistema de password de Whirlo siempre me pareció lo peor del juego. Los simbolos no eran claros y al anotarlos había que hacer simbolismo para saber qué había que poner en cada casilla. Y se agradecía, acabar Whirlo desde el principio podía haber sido una gesta no al alcance de todo el mundo.

Conclusión

Si has leído todo lo que he ido contando imaginarás que Whirlo es uno de esos juegos que con más cariño recuerdo y de los que dejaron más huella. A veces pienso que la época ayudó a tener tantas sensaciones y me cuesta hablar de Whirlo sin apelar a la nostalgia. Realmente, no le encuentro ningún aspecto negativo como no se los encuentro a otros tantos juegos para las máquinas de 16 bits y, que sin embargo, no dejaron sensaciones tan pronunciadas.

Al volverlo a rejugar para refrescar los recuerdos y hacer el análisis, se sigue disfrutando de un control sencillo pero uno ya no tiene 13 años y es más torpe, por lo que me ha costado mucho más llegar al final que en aquel lejano 1992. Whirlo puede ser exigente, ya lo era en 1992, como muchos de los juegos de la época que hoy, acostumbrados a la dificultad actual, nos parecen misiones imposibles. Pero también es tremendamente divertido, entrañable y bonito.

Análisis de Whirlo para Super Nintendo, un hechizo de 16 bits

Whirlo es de esos títulos que su versión de fuera de Japón, ya escasa en su día, se hace hoy prohibitiva. Y es un título que cualquier aficionado a los videojuegos debería de probar para conocer de primera mano por qué los que jugábamos en los 90 seguimos siendo jugadores hoy. Salir de tu casa de Sandros y empezar a golpear enemigos (todos iguales por si os importa la veriedad de enemigos, aquí hay poca) se convertía poco a poco en un viaje que se quedaba contigo como se queda una buena historia cuando la acabas de leer.

Sus ocho mundos tenían la belleza necesaria para atraparte tanto visual como sonoramente. El encanto del personaje y la nobleza de su misión hacía el resto. Malix tenía un rival duro si quería que la ceniza perdurara en Sandros. Y, una vez dominado todos los movimientos de Whirlo, el éxito estaba asegurado. A mi edad sigo echando de menos juegos de este estilo y con este encanto. Juegos que cuando llegas al final haga que surja en la mente la pregunta de «¿Cuándo volveré a vivir algo así?» Seguramente pase algún tiempo, pero en nuestra cabeza, las sensaciones mágicas de Whirlo hacían más amena la espera.

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