Varney Lake es la segunda entrega de los llamados pixel pulp desarrollados por los argentinos L.C.B. Game Studio. A la primera entrega le tengo especial cariño no solo porque me gustó, fue también la primera crítica que escribí en esta web. Esto decía en su día: “No soy un gran aficionado a las visual novel, he jugado unas cuantas pero no se encuentra ni de lejos entre mis géneros favoritos, aún así Mothmen 1966 es especial”
Hoy estoy un poco más familiarizado con el género y mantengo lo que dije, tanto Mothmen 1966 como Varney Lake son juegos muy especiales. Con una nueva historia, esta entrega mantiene todas las fortalezas de su predecesora y, no vamos a negarlo, sus pocas flaquezas. Si bien es más de lo mismo, se intuye cierto refinamiento en la fórmula, en la forma que tienen la prosa de Nico Saraintaris y las imágenes de Martinez Ruppel de retroalimentarse.
En esta ocasión nos trasladamos a los años 50, durante las vacaciones de verano de tres preadolescentes en el pueblo de Varney Lake. Las típicas aventurillas y pequeños dramas (que no te parecen tan pequeños cuando estás entrando en la edad del pavo) propias de la edad se verán alteradas por el descubrimiento de un vampiro en las afueras del pueblo.
Contenido
Varney Lake y los maravillosos 50
La historia de Varney Lake se nos narra en dos tiempos, una entrevista (no con el vampiro jaja) que les realiza el investigador paranormal Lou Hill en los 80 y los recuerdos de los chicos el verano del 54. De nuevo tenemos una narración en primera persona pero cambiando el punto de vista en cada cada capítulo, haciendo muy buen uso de la narración fragmentada donde los huecos se van rellenando según las vivencias de cada personaje.
Si bien Lou ya fue uno de los protagonistas de Mothmen 1966, no es necesario haberlo jugado para entender la trama. Digamos que en gran parte es una historia autoconclusiva y los momentos que tienen alguna relación con lo sucedido en el 66 están explicados y resumidos en este juego. Eso sí, a nivel personal aconsejo jugar a Mothmen 1966, no tanto por la trama de fondo que recorre esta futura trilogía o las conexiones con Varney Lake sino porque es un juegazo.
Saraintaris mantiene estilo de escritura muy similar al primero, lejos de florituras y complejidades innecesarias. En la tradición de la ficción pulp, su prosa es directa, cruda y visceral. Si bien el primer juego me recordaba más al cine de serie B a lo John Carpenter, Varney Lake se acerca más a las temáticas de la Amblin o el Stephen King de It y Stand by Me, sabiendo llevar esa temática a su terreno.
Un apartado artístico sublime
El trabajo pixel art de Ruppel en Varney Lake también se adapta muy bien a esta nueva temática sin dejar de ser totalmente reconocible. Sin dejar esa paleta tan limitada basada en los microordenadores de los 80 pero con una presencia mucho mayor de los amarillos y los azules, nos transporta a ese verano caluroso y tan luminoso que sirve de contraste con los momentos más oscuros.
Su trabajo, otra vez basado en la mancha de color más que en la línea y con esas grandes masas de negro que utilizan la sombra de forma tan expresiva, me recuerda cada vez más al trabajo del mítico Alberto Breccia o al Frank Miller de Sin City. A eso le sumamos el uso tan personal del color y del dithering que lo convierten en una estética tan personal y única.
Este contraste, tanto temático como estético, nos deja alguno de los momentos más impresionantes y bellos de lo que llevamos de pixel pulps. Hay una escena en concreto, bastante al principio, que es toda una lección de ritmo y pulso narrativo. Imagen, sonido (del que hablaré en seguida) y prosa consiguen una unión perfecta que, perdonen el topicazo, resulta mejor que la suma de sus partes.
Normalmente tengo poco que decir en cuanto al aspecto sonoro pero en esta ocasión quiero poner en valor el trabajo casi minimalista. Prácticamente no encontraremos melodías en el transcurso de Varney Lake, casi todo el trabajo se basa en efectos de sonido chiptune que hacen un trabajo genial ambientando y dando fuerza a las diferentes escenas del juego.
Otra contante de los pixel pulp son los minijuegos. En Varney Lake no solo volvemos a tener un solitario (este bastante más “ganable” que el de Mothmen 1966), también otro juego de dados bastante curioso. Los dos, igual que en la primera entrega, se pueden jugar directamente desde el menú una vez desbloqueados. Su problema, al igual que en el anterior título, la interfaz.
Para lo bueno y para lo malo
Sigue siendo un poco pesado navegar por las opciones de texto en lugar de poder mover las cartas (o el dado) directamente. Por lo demás son dos pasatiempos muy entretenidos y con un reto asumible. Hasta el propio juego nos chiva, si queremos, un truco para ganar el solitario de manera garantizada.
También voy a tener que criticar, de nuevo, las pocas ranuras de guardado para un juego del que puedes sacar hasta cuatro finales diferentes. Aún siendo corto, se puede completar en 2 o 3 horas, se me antojan pocas y no entiendo la necesidad de limitarlo a nueve ranuras.
En conclusión
En definitiva, L.C.B. Game Studio sigue refinando su fórmula de llevar la literatura pulp a las visual novel y Varney Lake no decepciona. No necesito más: una historia de género directa, narrada con un pulso envidiable y una limitación de recursos que, lejos de frenar las posibilidades expresivas de la obra, las eleva.
Ahora solo me queda esperar la próxima y ultima entrega de los pixel pulp, Banshen Knights, con la confianza de que me encontraré ante otra pequeña gran aventura.
Varney Lake está disponible en Steam, PS4/5, XBOX y Switch.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por ChorusWorldWide.