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BIENVENIDOS A LA TIERRA DE LO QUE SEA
Curiosa y muy peculiar esta aventura gráfica que nos trae Caligari Games, un pequeño estudio indie afincado en Barcelona, capaz de sorprender a cualquiera, también a los más veteranos, tanto por la originalidad de su historia como por lo interesante de su propuesta narrativa y jugable.
Aunque parece ser que vivimos una buena época para las aventuras gráficas, incluso para las que se hacen en España, cada día resulta más complicado salirse de las fórmulas establecidas e intentar ofrecer algún enfoque nuevo y atractivo, sobre todo en este tipo de géneros, que no solo llame la atención del jugador, sino que además consiga ser una agradable y satisfactoria travesía.
Realmente, Whateverland no inventa nada nuevo ni se propone revolucionar el género, pero si se toma la molestia de presentarnos su propuesta narrativa de una forma ligeramente distinta a lo esperado. Lo suficiente como para lograr destacar por encima de otras aventuras y asegurar que la experiencia final merezca realmente la pena.
La insoportable levedad del ser
Porque de eso trata realmente el juego, de averiguar quiénes somos, quienes podemos ser y sobre todo si queremos serlo.
En esta aventura asumimos en papel de Vincet, un desafortunado ladrón de poca monta que comete el imperdonable error de intentar robar a quien no debe y que pronto averiguará el elevado precio a pagar por ello. Lo que debería ser un trabajo rutinario y sencillo se complica cuando la inofensiva anciana a la que pretendía robar resulta ser una poderosa y enigmática bruja que lo sorprende en mitad de la faena y como castigo lo destierra a Whateverland, una siniestra y mágica versión del País de Nunca Jamás, donde todos sus habitantes obtienen el don de la inmortalidad a cambio de no poder abandonarlo jamás.
Bienvenidos, amigos míos, a Whateverland.
Un mundo mágico y extravagante creado por Beatrice, la bruja a la que tan ingenuamente pretendíamos robar, a donde envía a todo aquél que durante el paso de su muy larga y extensa vida le ha supuesto alguna molestia. Un mundo donde sus obligados habitantes pueden vivir su existencia durante muchos siglos y que tiene la peculiaridad de revelar la verdadera esencia, el verdadero ser que se esconde dentro de cada uno de ellos, llegando incluso a poder transformarlos físicamente a imagen y semejanza de sus peores vicios.
Pronto descubriremos que para salir de este mundo de pesadilla tendremos que relacionarlos con los más extraños y disparatados habitantes del lugar y recuperar los fragmentos de un hechizo que nos permitirá invocar a Beatrice, al parecer la única manera posible de escapar.
Pero… ¿realmente es eso lo que queremos? ¿Escapar de un lugar donde somos inmortales y nos permite ser quien realmente queramos ser?
Pronto lo averiguaremos.
El camino de baldosas amarillas
No, aquí no vamos a encontrar un único camino embaldosado que nos conduzca sin desvíos a la Ciudad Esmeralda de Oz. Mas bien todo lo contrario porque este Whateverland tiene la interesante peculiaridad de ser una aventura… de mundo abierto.
Sin duda una arriesgada, pero llamativa iniciativa, a la hora de narrar una aventura gráfica.
Puede parecer algo desconcertante, y lo es, pero una vez pasada la introducción del juego podremos acceder a todas las localizaciones de la aventura y a todos los personajes a través de un mapa. En lo que podría denominarse como un mundo narrativo abierto, seremos nosotros los que elegiremos el orden y el momento de visitar cada escenario, de hablar con cada personaje y de resolver cualquier puzzle.
Otra peculiaridad a destacar es que, aunque tendremos inventario y conseguiremos objetos, raramente interactuaremos con ellos de manera directa, sirviéndonos más bien para introducir nuevas líneas de diálogos en las muchas conversaciones que tendremos a cabo. Una aventura que se basa más en hablar con todo el mundo y encontrar soluciones que en la acción directa o en la combinación de objetos.
Eso si elegimos jugar el lado bueno de la aventura claro.
Porque en efecto, el juego permite, y es uno de sus grandes aciertos, jugar la aventura de dos maneras diferentes y elegir en definitiva quién y cómo queremos ser. Podremos ser buenos chicos, ser muy dialogantes e intentar ayudar a todo el mundo de la mejor manera posible o.… o ser algo más desalmados y usar nuestras habilidades, al fin y al cabo encarnamos a un ladrón, para hacernos con las piezas del hechizo de una forma menos lícita y amistosa. Una elección, ser bueno o malvado, que evidentemente cambia totalmente el juego, lo hace muy rejugable y da pie a que podamos vivir diferentes finales.
Lo que si tiene el juego además de las conversaciones y diálogos son minijuegos, realmente muchos minijuegos. Prácticamente cada situación importante de la aventura va a venir acompañada de uno o varios de estos de ellos, puzzles que amenizaran considerablemente la partida. Algunos mejores que otros, el repetitivo y principal minijuego de la aventura no me parece especialmente afortunado sino más bien todo lo contrario, pero todos apostando claramente por conseguir que la experiencia sea lo más rica y variada posible.
La dificultad del título no es para nada elevada, salvo quizás algún que otro puzzle, y se puede completar en pocas horas sin apenas complicaciones, pudiendo elegir además entre ser buenos, que digamos vendría a ser modo fácil del juego, basado en su mayor parte en estar atentos a los diálogos, o ser malvados y retorcidos, el modo algo más difícil, donde tendremos que enfrentarnos a algunos puzzles extra, siendo estos, sin ninguna duda, los más complicados.
Discutibles y cuestionables son algunas de las decisiones que toma el juego. Para empezar, como ya he mencionado, el minijuego principal lo veo muy tonto y repetitivo. Solo ralentiza la aventura. No entiendo tampoco porque solo dan dos espacios para grabar la partida, que se me antojan escasos. Y en algunos escenarios las salidas de los mismos no están bien señaladas y puede resultar fácil no percatarse de ellas.
Defectos menores que no son muy importantes pero que lastran un poco la experiencia.
Artísticamente el juego sobresale con unos atractivos dibujos hechos a mano y unos fondos algo difuminados que recuerdan a los trabajos hechos con acuarela. Al principio choca un poco, pero es un trabajo bien hecho y al final uno se va dejando seducir por sus encantos. Destacable también la banda sonora del juego, grabada por un sexteto real, aunque podría haber sido un poco más extensa y variada.
Ser o no ser, esa es la cuestión
¿Seremos buenos? ¿Seremos malvados? ¿El juego será bueno? ¿Será malo?
Estamos ante una aventura gráfica interesante, original, algo extravagante y está llena de gatos, así que sí, es un juego totalmente RECOMENDABLE para todos los aficionados al género en general, para los que siempre han querido averiguar quiénes son en realidad y para amantes de las propuestas nuevas.
Tiene algunos defectos menores, más incómodos que otra cosa, plantea una forma distinta de narrar la historia que puede no convencer a todo el mundo y la mayor parte del juego se basa en conversaciones, así que ABSTENERSE los puristas más recalcitrantes, los que padezcan de un conflicto de identidad y los que siempre se están quejando de que las reseñas de videojuegos tienen «mucho texto».
Las puertas quedan abiertas para una más que probable segunda parte y al final la decisión será tuya. ¿Quién quieres ser? ¿El que compra y apoya esta aventura o el que no lo hace?
Tú decides.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Caligari Games.