Blizzard

Del éxito al desastre en Activision Blizzard

Cualquier fan acérrimo en esta industria conoce bien el nombre de Blizzard. Muchos serán veteranos y recordarán con nostalgia los primeros juegos de Warcraft, Diablo y Starcraft. Era el comienzo de una bella época para una empresa que ahora se ve sumida en la mayor de las desgracias. Todo esto se lo han buscado ellos mismo, y lo que os contaremos a continuación se ha visto de una u otra manera en otras compañías de videojuegos. Sin embargo, la escala de las denuncias y delitos de los últimos años ya no tienen cabida. Y como suele ser, todo sale a la luz.

La unión de Activision y Blizzard

Avanzaremos rápidamente en la historia para llegar al punto en el que, para mucho, empezó a torcerse la cosa. Llegando a 2007 Activision, famosa por su saga Call of Duty, Spyro o Crash se fusionaba con Blizzard. También con grandes títulos en el mercado, y uno de los más grandes jamás hechos: World of Warcraft. Con más o menos tensión la fusión fue oficial en Europa en 2008 al confirmar que no habría monopolio. Para muchos, como era obvio, pensaron qué podrían traer las dos empresas juntas, ya que tampoco pegaban mucho. Incluso debido a la escala y gran estabilidad de Blizzard era una noticia muy curiosa de ver por esos años.

Del éxito al desastre en Activision Blizzard

Quien iba a pensar que sería esa misma Blizzard, la que tan fácil tenía el camino a seguir creciendo y al éxito, la que se encontrara con tantos problemas en el futuro. Continuaron su trabajo, con expansiones para World of Warcraft y Starcraft 2. En 2012 llegaría el famoso Diablo III y dos años después, en 2014 abordaban el género de cartas y mazos con Hearthstone. Todos estos ahora entraban en la plataforma de Battle.net de la compañía, a la que posteriormente se irían sumando títulos de Activision. Por desgracia, aquí empezaron muchos problemas.

Battle.net, competitivo y el comienzo de los problemas

Por un lado, Activision seguía sumando y ganando con cada entrega de Call of Duty, los últimos Modern Warfare y los Black Ops funcionaban de maravilla. Y la generación y las modas acompañaban genial en ese momento. Hubo algún que otro traspiés con la llegada de la nueva generación y algunos títulos en la saga pero poco tardaría en llegar la nueva moda de los Battle Royale y el Warzone.

Un poco antes de ese momento Blizzard lanzó una de sus últimas joyas: Overwatch. Fue uno de los mejores juegos de 2016 y parecía que Blizzard dominaba en todos los géneros que tocaba. Pero curiosamente, cuanto más querían abordar, más descuidaban lo que tenían. El Battle.net era una plataforma mediocre comparada con otras en el mercado, con cientos de fallos y una comunidad cada vez más molesta. Pero esto no era nada. Parece que se habían olvidado de Diablo, y World of Warcraft, según opiniones de la comunidad, ampliaba su contenido cada vez de una forma más pobre, estaba empeorando la situación. Debido a la aparición de cada vez más juegos de cartas, Hearthstone empezó a tener mucha más competencia.

El desastre era inminente y con el paso de los años la situación de Overwatch era demasiado caótica cómo para controlarla. Blizzard no supo controlar el crecimiento en los esports, ni supo darle apoyo. De hecho, no fueron capaces ni de equilibrar el juego. Para mayores rangos competitivos o los más bajos. Ya no eran capaces de mejorar el juego, pues parece que cada vez que lo tocaban lo empeoraban. A cada héroe que sacaban contaba con más capacidades que el anterior, como fue el caso de Brigitte. Un ejemplo de total desequilibrio en el juego. La Overwatch League apenas era vista, el competitivo de Starcraft o World of Warcraft ya ni se nombraba. Parece ser que a Blizzard sólo le quedaban las increíbles cinemáticas de sus juegos.

La semilla del desastre para Blizzard

No había ningún juego que se salvara a este paso, y es que Activision haciendo menos ruido en el mercado era más que autosuficiente. Se encargaron de la distribución de Sekiro en 2019, el GOTY del año. Warzone era un éxito al igual que fueron la trilogía remasterizada de Crash o Spyro. Hace no mucho se anunció que todos los equipos de la compañía se dedicarían a la saga de Call of Duty y a su online. Una triste noticia para muchos fans de otros juegos, pero esto era sinónimo de que le iba muy bien a Activision con su saga más famosa.

Llegamos casi al presente y parece que Blizzard quiere volver a volar. Diablo 4 está de camino, igual que Overwatch 2. Por aquel entonces su MOBA, Heroes of the Storm estaba apunto de desaparecer, ya no jugaba apenas gente y no era competitivo en el mercado. Se venía otra expansión del WoW: Shadowlands. De paso también sacarían el Warcraft 3 Reforged, un Diablo para móviles y el remastered del 2. Buenas noticias, aunque para muchos, llegaban muy tarde. Y así es como llegamos al 2020, un año que golpeó muy duramente a la industria de los videojuegos. Al contrario que en otras, las ventas se disparaban al estar mucha gente en sus casas, pero los desarrollos y mantenimiento de los títulos fueron algo más complicados.

Pasó el año sin pena ni gloria para Blizzard, varios títulos y expansiones, pero sin ser lo que fueron antaño. No había ganas para nada, y otras empresas como Riot son las que crecen y abordan el resto de géneros. En pleno 2021 World of Warcraft ya no es el MMORPG con más jugadores suscritos, ahora los es Final Fantasy XIV Online. Blizzard ya no dominaba ni en su casa, y en cuestión de tiempo, llegaron las denuncias. Hasta ese momento Ubisoft había sido el foco de denuncias por salarios por debajo de la media y faltas disciplinarias laborales. Eso no era nada, el gobierno de California hizo pública las denuncias y las investigaciones que empezaron en 2019 contra Activision Blizzard. Igualmente los mayores problemas estaban en las oficinas de los segundos, de Blizzard.

El conglomerado empresarial se enfrentaba ahora a acusaciones de discriminación, acoso sexual y falta de medidas laborales acordes al entorno de trabajo. Los encargados de la empresa dijeron de cara las primeras demandas que eran «Descripciones distorsionadas, y en muchos casos falsas, del pasado de Blizzard». Días después de esto, a finales de julio de 2021, 2000 trabajadores de Activision Blizzard de los 9500 que formaban la plantilla firmaron y publicaron una carta reclamando sus derechos a la directiva. Al mismo día siguiente, el 29 de julio hubo una huelga general de los empleados. La reclamación giraba entorno a las mejoras para las condiciones de las mujeres, poniendo énfasis en los colectivos marginados. El CEO, Bobby Kotick y los mayores responsables de la compañía salieron a admitir muchos de los errores y buscaron la forma de apoyar a los afectados. Por desgracia, esto sólo había empezado.

J. Allen Brack, el presidente de Blizzard abandona la compañía el 3 de agosto, se respira la tensión que hay en el ambiente. Poco después el vicepresidente de recursos humanos tomó el mismo camino. Los inversores sabían que todo esto iba a repercutir de forma muy negativa en la empresa y se prepararon para lo peor. Las acciones estaban empezando a bajar. Así llegó la segunda demanda, por parte de The Rosen Law Firm, un bufete de abogados de los Estados Unidos.

Del éxito al desastre en Activision Blizzard

Tras conocerse esto la Overwatch League perdió casi todos sus patrocinadores. Estos incluían Coca-Cola, State Farm y T-Mobile. Los más grandes y lo que mantenían prácticamente a la competición. Con todo esto, hubo varios despidos en la compañía, tres desarrolladores de Activision Blizzard se marcharon, Luis Barriga de Diablo 4, Hesse McCree y Jonathan LeCraft de World of Warcraft. Estos dos últimos estaban relacionados con presuntas violaciones y acusaciones en la Cosby Suite, una habitación se hotel donde se organizaban fiestas entre empleados.

Poco después fueron eliminadas las referencias en otros juegos de la compañía para evitar problemas. Como el mismo nombre de McCree en Overwatch. De ahora en adelante, como medida, ningún personaje llevaría un nombre real. Según se conoce en distintos escritos de las demandas del propio gobierno de California se habla también de trabajadores llegando tarde al entorno de trabajo, además de la mención al alcohol y algunas drogas. Esto en relación sobre todo al equipo de World of Warcraft los últimos años.

El 14 de septiembre el grupo conformado por trabajadores de Activision Blizzard presentaban una demanda a la Junta Nacional de Relaciones Laborales. Al parecer se usaba la intimidación hacia los empleados y prácticas laborales injustas. Según el comunicado, había «tácticas coercitivas para intentar evitar que los empleados ejerzan sus derechos de mantenerse unidos y exigir un lugar de trabajo más equitativo, sostenible y diverso».

El siguiente 20 de septiembre se supo que la investigación pasaba a ser parte de los Estados Unidos de América. Pues además salió otra investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. El país está dispuesto a tomar medidas drásticas, y tras conocer estos datos la directora jurídica de Blizzard, Claire Hart abandonaba la compañía. Y eso sin dar explicaciones. Dos días después, el productor ejecutivo de Overwatch, Chacko Sonny también dejaba Blizzard. Y el golpe era aún mayor recordando que uno de los encargados de Overwatch 2, Jeff Kaplan también estaba fuera.

Del éxito al desastre en Activision Blizzard

Con todo esto llegamos a la última demanda, el 27 de septiembre, por parte de la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo. Ocultación de datos y la no resolución de casos de acoso y discriminación de plantilla una vez más. Llegados a este punto se conocía incluso el caso de una mujer que llegó a su límite y se suicidó por las condiciones vividas en el trabajo. A día de hoy parece ser que la compañía ha llegado a un acuerdo para crear un fondo por valor de 18 millones de dólares para compensar los daños provocados.

Han pasado meses pero Blizzard no levanta cabeza, y no hay más que contar, pero parece que la situación avanza poco a poco. Y este golpe en la reputación se verá muy afectado, pues muchos jugadores son conscientes de lo ocurrido. Y por mucha toxicidad que se vea en las comunidades de sus juegos todos han sido capaces de unirse en apoyo a las víctimas. No sólo la reputación, el número en sus juegos cae sin control y aún quedan acuerdos pendientes con el Tribunal Central de California y los Estados Unidos.

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